Hacer de la Victoria la Única Opción 2016-02-27 15:46:00
El general americano Douglas MacArthur afirmaba con frecuencia: "no existe sustituto para la Victoria". Y enfatizaba la afirmación precisamente cuando debía justificar sus decisiones más osadas y la asunción de grandes riesgos.
MacArthur pasó a la historia como un destacado militar a pesar que el final de su carrera se vio empañada por un ego sobredimensionado que lo condujo a la insubordinación.
Son evidentemente difíciles y penosas las decisiones que involucran la pérdida de vidas humanas, de ello se tratan las guerras y aquello que definen los generales. Pero la afirmación de MacArthur es completamente correcta: "no existe sustituto para la Victoria".
Cuando esta lógica se aplica a quehaceres menos dramáticos de la vida, el poder que tiene lleva a la distinción y al progreso. La Victoria es única, incomparable, insustituible, y a ella deben conducir todos los esfuerzos de quién se propone alcanzar sus objetivos. En el mundo de la Estrategia (que es un ámbito común a todas las actividades que desarrolla el hombre), existe un Principio Estratégico que demanda "hacer de la Victoria la única opción". La Estrategia no reconoce "medios triunfos o medias derrotas", se mueve en la dicotomía de la Victoria o el Fracaso, para ello existe y en función de ello desarrolla su doctrina y sus principios.
La Victoria no es, sin embargo, solo un objetivo o el resumen de ciertos procesos, es principalmente un Estado Mental que condiciona las acciones de las personas. La Victoria es un móvil que echa raíz en los entramados mentales y desde allí define las actitudes. La Victoria toma forma en la mente antes de convertirse en una realidad concreta.
Las personas cometen muchas veces el error de considerar la Victoria como una de las opciones que existe en consecuencia de aquello que hacen, y cuando piensan de ésa manera debilitan el proceso, porque finalmente son los cuadros mentales que se sostienen los que definen la realidad que se construye.
Por otra parte, cuando en la mente queda fija la premisa de hacer de la Victoria la UNICA opción, el hombre alcanza todo el Potencial que tiene, a nivel personal y profesional. Brota en él la plenitud de carácter, la imaginación, la creatividad. Así se da cuenta del genuino tamaño que tiene, de la vasta capacidad que posee, así recurre al reservorio de "adrenalina mental" del que está dotado desde que llega a este mundo, pero que permanece sin uso porque pocas veces "funciona" al nivel del potencial que tiene.
Pocas personas viven al nivel de todo el Potencial que tienen. Esto solo se consigue cuando se define hacer de la Victoria la única opción.
Victor Frankl decía que si las personas tienen claro el Por Qué, el Cómo aparece de una u otra manera y cuando este Por Qué se traduce en "porque no existe otra opción", las formas de conseguir la Victoria aparecen, emergen desde el lugar profundo donde muchas capacidades se mantienen inactivas.
El hombre alcanza las fronteras de su mayor potencial cuando se encuentra sometido a condiciones difíciles para vivir o alcanzar los objetivos que se ha propuesto. La relación es directa: en tanto más compleja la situación, mayor la capacidad que encuentra para responder.
En situaciones de "normalidad", las personas tienen rendimientos menores, como si el Ser entendiera que ante esa realidad puede dosificar su desenvolvimiento. Por lo tanto, si las condiciones son las "habituales", las personas se desenvuelven haciendo un uso limitado de su potencial.
Afirmar que mucha gente deja este mundo sin haber invertido en él todo su potencial es algo incuestionable. Pocas personas alcanzan plenitud en ése sentido. Esto no es lo mismo que hablar de felicidad o de éxito (cualquiera que fuese la interpretación que éste tome), se trata de haber rendido en este mundo al nivel de la "capacidad instalada" con la que se llegó a él, de haber entregado todo lo que se podía y haber sido productivo al más alto nivel, con uno mismo y con los demás. Detrás de esto se encuentra el progreso del hombre, a nivel individual y de especie.
Muchas personas buscan rendir al nivel de todo su potencial por una decisión propia y otros lo hacen porque los eventos en la vida los fuerzan a ello. En ambos casos la condición esencial está relacionada a la dificultad de las situaciones que se enfrentan. Ésa es la razón fundamental por la que se alcanzan los mayores y mejores niveles de rendimiento.
El progreso de la humanidad se explica por episodios en los que el hombre supera condiciones adversas. Sin dificultad no existe progreso, porque éste se produce cuando se vencen los obstáculos que presenta el camino. Todo lo que nos rodea es un testimonio de pruebas superadas: la casa que habitamos, el ascensor que nos traslada en un edificio, el automóvil, el equipo de aire acondicionado o el teléfono que portamos en la mano. Todas ellas son muestras de progreso y representan la victoria del hombre sobre la dificultad, la materialización concreta de su potencial innovador y creativo.
No todos los hombres tienen el mismo potencial, eso es seguro, ni todos los potenciales humanos apuntan a lo mismo. Existen los hombres "extraordinarios" por razones de origen o modelos de vida: los genios, los dotados, los virtuosos, los "diferentes"; y existen aquellos de la moda estadística: las personas promedio. Los hay de los unos y los otros, pero más allá de ésa evidencia existe un hecho mayor: son MUY POCOS aquellos que, extraordinarios o no, alcanzan los límites del potencial que poseen para producir, para crear, para pensar, para vivir…
La mayoría de las personas eligen condiciones cómodas para desenvolverse en la vida, privilegian seguridad sobre libertad, lo previsible sobre lo que promete, buscan satisfacción inmediata, recompensa fácil. Si estas cosas están al alcance, el hombre las toma con naturalidad, como si en ello interviniera una lógica elemental: ¿Quién escoge el camino difícil si existe el fácil y se encuentra a disposición?
Por otra parte, si finalmente se ve obligado u opta por el camino difícil (en la suposición correcta que son estos caminos los que tienen mayor promesa), toma todas las precauciones que están a su alcance, habilita cursos opcionales de acción para enfrentar las contingencias y evitar una caída o un fracaso muy grande: previsiones, provisiones, seguros, etc. Activa el concepto tan mentado del "Plan B" y todo cuanto le es posible para tener una "Salida de Emergencia". A tal punto lleva las precauciones que es mayor el enfoque que le dedica a la probable contingencia que al objetivo principal y no se da cuenta que con ello automáticamente reduce la posibilidad de poner en práctica todo su potencial.
No se trata, por supuesto, de encarar los asuntos sin precaución o sin tener planes alternativos cuando las cosas no se desenvuelven como se espera, el tema radica en que el Enfoque mental no esté dirigido a ello (a la dificultad o a la previsión), y más bien se encuentre concentrado en el objetivo que se quiere alcanzar, con todas las dificultades que ello involucra. Esto es tan sencillo como ponerse a pensar en el grado de concentración y desarrollo de habilidades que tiene el trapecista que decide trabajar en la pista sin una red de seguridad. Consciente del peligro y la decisión de no colocar la red (para beneficio del espectáculo), éste hombre debe desarrollar sus habilidades hasta el máximo de su potencial, por lo menos hasta un punto que se encuentra más allá del que alcanzaría sabiendo que POSEEE "algo" que lo salvará de una contingencia mayor.
Muchos dirán que esta lógica linda con la irresponsabilidad y la estupidez, pero con ser un ejemplo la historia del trapecista es completamente real en muchos espectáculos del mundo. Y tendría que ser una muestra ilustrativa de cómo se pueden alcanzar las fronteras del potencial que cada quien posee. Para la mayoría de las personas los episodios que se enfrentan en la vida no tienen la disyuntiva de vida o muerte, más bien se encuentran en el otro extremo, ése en el que se busca toda comodidad, poco riesgo y mucha previsión.
La mayoría de nosotros necesitamos ser un poco más como el trapecista y menos como "el resto de la gente". Detrás de ése trapecista no solo hay aptitud y habilidad, hay mucha práctica, disciplina, sacrificio y una actitud sustentada en el deseo de auto-superación y excelencia. El trapecista vive su vida profesional al límite del potencial que tiene como persona y por ello conduce su propio arte a fronteras desconocidas para el resto. Posiblemente sea uno de esos pocos que la naturaleza "elige", pero lo más probable es que sea tan solo un hombre que desea realizarse con amplitud y por ello lleva sus habilidades hasta el límite, optando para ello por el camino difícil y la convicción de hacer de la Victoria su única opción.
Precisamente en esto último se encuentra la explicación: es muy diferente plantearse la opción de la victoria que hacer de la victoria la única opción. Cuando la victoria es una opción se orientan esfuerzos y recursos para alcanzarla, pero cuando la victoria es la única opción, la "orientación" se transforma en ENFOQUE y Concentración.
De esto enseña mucho la historia del hombre, especialmente aquella que lo vincula a sus permanentes conflictos: ¿Cómo enfrentó la batalla aquel ejército al que se le dijo que se quemaban las naves y que el único retorno a casa pasaba por la derrota del enemigo?, ¿Cómo peleó el soldado que sabía que tras su derrota lo esperaba la muerte, o aquel que planteó batalla en las puertas de su casa defendiendo la integridad final de su familia? Situaciones límite, personas y grupos convocados a poner en práctica al máximo nivel sus posibilidades.
Otro ejemplo es la historia de la misión espacial Apolo XIII, historia de hombres que se vieron obligados a hacer lo necesario para salvar una tripulación perdida en el Espacio: una bitácora de imaginación, creatividad, coraje y confianza en la capacidad propia y en los equipos de trabajo.
Lo dijo Frankl: cuando existe un Por Qué, surge el Cómo.
Y cuando el Por Qué es simplemente un "Porque no queda otra opción", surgen las formas de resolver el asunto y alcanzar la Victoria.
Las personas que quieren alcanzar una meta diferente, un destino distinto, están obligadas a tomar el "camino difícil", no aquel que toma todo el mundo. En la ruta "desconocida" y pedregosa se encuentran siempre las mejores y más abundantes recompensas, precisamente porque son rutas que no elige cualquiera. Estos caminos se toman sin consideración específica de las "rutas de escape" o las vías de contingencia, se abordan con una actitud firme y concentrada en la meta, en el destino. Las dificultades del camino solo refuerzan la energía y el deseo de alcanzar el objetivo, galvanizan el carácter y pulen la voluntad. La victoria está al frente, de ninguna manera atrás, ni a derecha o izquierda, solo al frente, allá donde se encuentra anclada la otra punta del cable que pisa el trapecista en su recorrido por las alturas; no sirve para nada mirar abajo y tomar consciencia del peligro, ello solo aumenta la posibilidad del fracaso, porque el vacío provoca temor y todos los hombres, incluidos aquellos que toman las sendas difíciles y miran el riesgo a los ojos, lo padecen, y al miedo es mejor no darle nunca una oportunidad, menos servirle mesa para que tome asiento. La mirada al frente, enfocada en el objetivo: el Plan B "no existe"; "no queda alternativa"; las naves han sido quemadas, la Victoria es la única opción.
¡En ésa situación emerge todo el potencial del hombre!, allí se ve la madera de la que está hecho, y allí, precisamente allí, éste hombre se distingue de los demás, se hace diferente, se hace mayor y más grande, no necesariamente por su valentía, su coraje o aquello que muchos llamarán osadía irresponsable, solamente porque llegó a su máxima estatura, aquella con la que vino "de fábrica" pero que no alcanzó mientras navegaba en aguas mansas.
El hombre es una especie diseñada para la Victoria, llegó dotado para gobernar la naturaleza, para someter la adversidad y alcanzar proezas que le están privadas a toda otra forma de vida que lo acompaña. El hombre está hecho para vencer desafíos, su esencia está patentada para habitar la cumbre y maximizar sus posibilidades. Todos formamos parte de ésa casta, de aquella que develó los misterios de la electricidad e hizo posible el viaje a otros mundos. No existen los hombres de "sangre azul" o de "mente privilegiada", solo los hay de aquellos que consideran la Victoria una alternativa y los otros que entienden que para ella no hay sustituto, aquellos que buscan la comodidad de la sombra que otorga el árbol y los otros que se suben a la copa para tener mejor visión del horizonte que les pertenece.
No somos pequeños por naturaleza, elegimos serlo. Y éste es, con seguridad, el sentido profundo de nuestro pecado original.
DATOS DEL AUTOR.-
Carlos Eduardo Nava Condarco, natural de Bolivia, reside en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, es Administrador de Empresas y Empresario. Actualmente se desempeña como Gerente de su Empresa, Consultor de Estrategia de Negocios y Desarrollo Personal, escritor y Coach de Emprendedores.
Es autor de los libros "El STRATEGOS y 23 Principios Estratégicos para la lucha en el Mercado. Aclaraciones indispensables de los conceptos de Estrategia, Negocio y Competencia".
WEB: www.elstrategos.com
Facebook: Carlos Nava Condarco – El Strategos
Twitter: @NavaCondarco
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“Quién Busca, Encuentra”. El Poder de la Convicción 2016-02-19 10:45:00
Convicción han tenido todos aquellos que han alcanzado sus objetivos, pero curiosamente no necesariamente Convicción de sus propósitos o metas, más bien Convicción del sentido de la búsqueda emprendida para encontrar lo deseado. Se puede estar "convencido" del valor de lo que se busca, pero sobre todo hay que estar convencido de lo virtuoso de la búsqueda y de la realidad que "quién busca, finalmente encuentra". Esta es la Convicción que convierte los deseos en hechos.
Hay mucho más que una afirmación bonita en aquella frase que se le atribuye a Thomas Alba Edison respecto a los 1000 fracasos en el desarrollo de la bombilla eléctrica o las "999 lecciones sobre como NO hacer una bombilla". Y la enseñanza no solo radica en las virtudes de la persistencia, la necesidad de la prueba y el error, el trabajo duro o la visión. La lección más importante es un hecho que tiene sustento estadístico: la realidad de que "aquel que busca, encuentra".
Las personas complican muchas cosas sin ninguna necesidad, desarrollan explicaciones allá donde no son necesarias, construyen argumentos que no se precisan. La verdad es, la mayoría de las veces, muy elemental y no responde a complejidades: si se busca algo con tesón, finalmente se lo encuentra. Simple.
Todo lo relacionado al conocimiento, las habilidades y las aptitudes constituye herramental imprescindible para "buscar" en los lugares apropiados, sostener una noción de cómo hacerlo y ser eficiente en los procesos. El resto es pura y simple capacidad de soportar los fracasos, superar la frustración que provocan y realizar los intentos sin descanso, con paciencia y ritmo.
A diferencia de lo que muchos creen, esto último no se inscribe en el conocimiento o la perseverancia, es un asunto relacionado a la CONVICCIÓN.
La Convicción está vinculada al "convencimiento sobre algo", y cuando este "algo" es precisamente la acción de buscar, todo se vuelve más sencillo. Esto es lo que le sucede a una persona cuando está subiendo las gradas de un edificio para llegar a su destino: si bien no ha llegado a él, está consciente de los escalones que va superando y los pisos que va transitando. Lo mismo le sucede a una persona que ha emprendido viaje y reconoce que va transitando camino aunque le falte mucho para llegar a su objetivo.
La Convicción tiene ésa virtud: se alimenta de los hechos, se nutre del proceso. Saber que se está buscando, tener certeza y convicción de ello es todo lo que se necesita. Luego se produce de manera natural el hallazgo: como consecuencia, como efecto de la acción básica de buscar.
Si tendría que hacerse una diferencia entre lo que significa tener Fe, Creer y sostener una Convicción, ésta última tiene una interpretación mucho más prosaica, elemental y sobria. La Fe activa un proceso, lo "construye", define su posibilidad y en este sentido transforma la realidad. La Fe concentra energía en el objetivo, en el lugar de destino, en aquello que se busca alcanzar o conseguir, en cambio la Convicción es un compañero de camino, un asistente de viaje.
La Convicción no necesariamente tiene consciencia del destino o certeza del objetivo, pero entiende con claridad que en tanto se recorre camino, se avanza, se marcha para adelante. La Convicción conquista terreno, lo domina, y así, indefectiblemente, acerca al hombre al objetivo y al cumplimiento de su destino.
Si no se inicia un proceso o se emprende camino, la Convicción no se activa, es decir, quién no empieza a "buscar" no "encuentra".
La Convicción se forma, efectivamente, en un conjunto de creencias, pero toma vida como efecto de los hechos que se van produciendo. El inventor que comete muchos errores en el intento de encontrar soluciones, está convencido, como mínimo, que los yerros se están produciendo porque existe trabajo y acción. En ello no hay misterio o especulación. Luego, si se sigue caminando, más temprano que tarde llegará el acierto.
La Vida las trae de "cal y arena" siempre. No todo es cal o todo arena. No todo es error o todo acierto. Existen los unos y los otros. Por ello es un hecho estadístico que aquello que se busca finalmente se encuentra. Quién busca arena encontrará muchas veces cal, y viceversa, pero en algún momento hallará lo que busca.
No hace falta tener Convicción de que se hallará aquello que se espera, sólo es necesario tener Convicción de la búsqueda, el resto es una dinámica natural. Tampoco hace falta complicar la reflexión argumentando que toda la Convicción del mundo no sirve para buscar una sandía en el desierto. Las personas SABEN el qué y el porqué de aquello que buscan, y los ajustes necesarios se van aplicando en el camino precisamente a medida que la Convicción así lo indica. Aquél que sube las gradas de un edificio y se encuentra con un pasillo cerrado, toma inmediata certeza del hecho y corrige el rumbo. En este caso no es la certeza del objetivo la que se pone a prueba, simplemente la certeza de que se ha encontrado una pared en el camino.
Pierde solamente aquel que deja de buscar, en ningún caso aquel que no encuentra lo que busca. Esto último es transitorio, lo primero definitivo e irreversible.
Las personas habitualmente se cansan de buscar, se aburren, se frustran. Ignoran la propia Convicción de aquello que les presenta el camino, de lo que van hallando en el proceso. Esperan jornadas más sencillas, atajos, sendas sin obstáculos. Están dispuestos a recibir "algo" de cal mientras buscan arena, pero en medidas que no incomoden. La mayoría quiere convencerse a sí misma que busca el éxito, pero en realidad es "exitista", le grita al mundo que va tras la victoria pero sólo es "triunfalista". Quiere comer las naranjas pero tienen límites definidos para pagar el precio de la cosecha. En realidad busca la satisfacción que produce el hallazgo, no encara la búsqueda que conduce a éste.
Para estas personas la estadística no funciona, y si en algún momento cabe, son otras y muy diferentes las fórmulas que tratan de adoptar para alcanzar éxito. Desarrollan explicaciones y justificaciones para cada cosa que les sucede, pero ignoran aquella que yace en la génesis del fenómeno: "si dejaste de buscar, no encontrarás aquello que te propusiste".
La búsqueda fatiga, por supuesto, los obstáculos que se encuentran en el camino atentan contra el mejor ánimo. La frustración es el título principal de este cuento. Pero todo esto se remedia con un hecho: la Convicción de la propia Búsqueda, ¡nada más! Todo el resto es dinámica natural, todo lo demás es flujo inercial de energía. Si se adopta el convencimiento de la búsqueda y no se ceja, finalmente aquello que se busca llega. Y cuando la victoria arriba lo hace de la misma forma en la que se presentan los obstáculos y las desventuras: clara, imponente, inobjetable.
Esto último es algo que siempre se excluye del análisis: así como duras y difíciles son las pruebas, así de grandes, dulces y majestuosos son los éxitos o las victorias. Y mientras más duras las pruebas y más difícil la búsqueda, mas imponente el logro, más significativa la victoria. Las cosas más valiosas que guarda la vida son las más difíciles de encontrar, ¿podría de otra manera tener lógica la existencia? La búsqueda más dura, larga y compleja conduce al tesoro mayor. Por lo tanto es más valiosa la Convicción de la búsqueda en cuanto más compleja y ambiciosa es.
Es posible que poco pueda discutirse sobre el genio de Edison, pero cada uno de sus logros fue producto de una búsqueda incansable y una Convicción férrea del valor de la búsqueda. El genio no tiene una idea que se materializa por efecto de fuerzas metafísicas, el genio tiene una idea que activa la búsqueda de la respuesta o el hecho final. Y como la generación de ideas no se remite a la genialidad, todo aquel que las produce activa el mismo proceso. Y en ése proceso la Convicción de la búsqueda enriquece cada etapa y experiencia. Cuando se da valor y justo lugar al camino, el destino se alcanza irremediablemente, ¡y el propio trayecto se disfruta! Cuando se reconoce, y aprovecha el valor del proceso, el logro es una manzana madura que cae en mano por la "levedad" de su propio peso, constituyendo solamente el adorno final en un conjunto de armónica belleza.
¡Quién busca encuentra!, a no dudarlo. Es más productivo invertir esfuerzos en determinar aquello que habrá de buscarse que dudar de lo anterior.
No hay fórmulas elaboradas ni recetas ocultas que superen este básico hecho: quién busca, encuentra. No hay habilidad, aptitud o conocimiento que supere este entendimiento básico: quién busca encuentra.
Si uno se busca a sí mismo, se encontrará. Si uno busca amor, lo encontrará. Si busca éxito, lo hallará. Así también si busca dinero, perdón u olvido. Todo lo que se busque con la Convicción del proceso se hallará.
Por último: asumir y entender esta verdad posiblemente sea la mejor forma de forjar el carácter, porque la búsqueda con Convicción pone a prueba el talante del hombre y la madera de la que está hecho. Y, curiosamente, la propia vida busca también esto: hombres de carácter. Para ellos tiene reservados sus mayores tesoros y a ellos guarda su genuino significado. Para todos los demás la vida transcurre mayormente como un enigma, y ello incluso, si han tenido la fortuna de no convertirla en un "valle de lágrimas".
DATOS DEL AUTOR.-
Carlos Eduardo Nava Condarco, natural de Bolivia, reside en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, es Administrador de Empresas y Empresario. Actualmente se desempeña como Gerente de su Empresa, Consultor de Estrategia de Negocios y Desarrollo Personal, escritor y Coach de Emprendedores.
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El “culto” al Empleo y la Jubilación 2016-02-05 10:45:00
Existe una frase llena de sentido común que expresa: "lo único seguro de un Empleo es que un día terminará". Y si alrededor del Empleo se ha construido una vida entera, entonces es razonable pensar que el día que el Empleo termine, muchas cosas concluirán con él.
El drama es muchas veces mayor cuando este fin se presenta tarde en la vida, cuando uno ha invertido los mejores recursos y la energía que proporciona la juventud en desarrollar con esmero aquello que "la empresa y los jefes" demandaron. Cuando el telón cae en el otoño de la vida productiva de las personas, el desenlace suele ser más intenso. La fatiga natural de la caminata realizada presenta factura y el "descanso", anónimo y silencioso, parece inevitable. Solo queda recurrir a los ingresos que proporciona el trabajo de la gente más joven como una compensación "justa" por todo lo invertido en su momento. A eso se llama Jubilación. Ésa es la estación final de las personas que dedicaron una vida completa al Empleo, el momento de la pausa, del descanso, del "cambio de turno", el fin de un largo ciclo, y el inicio de… ¿qué?, ¿del fin?
Se le pueden dar todos los nombres, y colocar todo tipo de adornos, pero la Jubilación como producto de una vida entera en el Empleo, es un tránsito violento de ser un "sol" a convertirse en la "luna". Es una forma de terminar la Vida, no una de cambiarla, puesto que uno ES todo aquello que puede dar hasta el final de sus días, uno NO ES joven y "productivo" y luego "hombre maduro con necesidad de descansar". A pesar que se goza hoy de pasmosos adelantos tecnológicos y se visualiza el futuro con el lente de toda posibilidad, en realidad la mentalidad con respecto a las personas, el empleo y la productividad está anclada en la lógica de la lejana Revolución Industrial del siglo XVIII. Ésa visión establece que la productividad de las personas está más bien asociada a su capacidad física y su posibilidad de sostener un "ritmo vital". Las capacidades "intangibles", aquellas que parten del potencial intelectual y se coronan con la aptitud de visualizar y soñar, no se contabilizan en ése "cuadrilátero" estrecho e inanimado que construye la mentalidad clientelista del Empleo.
Y no es que alguien se convierta en un viejo "inútil" para su familia o sus amistades, es solo una persona "disfuncional" para la lógica del Empleo. Pero esa lógica tiene raíces tan profundas y de alcance tan vasto en la realidad integral del hombre, que concluye por condicionar la calificación en todo ámbito, luego si no se es "útil" para el Empleo, entonces ya se "merece" un descanso. Y la persona jubilada, en muchos casos condicionada por toda una vida en el sistema, sonríe y con paciencia dice: "…ya di mi parte y me corresponde descansar". Seguramente el corazón salta en el pecho y quiere salir a gritarle al mundo que la lista no pase sin mencionar su nombre, que se encuentra preparado como pocos para continuar en la nave, que atesora hoy destrezas y capacidades con las que solo puede soñar un jovencito, pero… "así son las cosas", así funciona el sistema, ésa es "la lógica de la vida": llegó el momento de descansar.
¡A esto apunta la filosofía del Empleo!
Pero la Vida no es así. La vida "concluye cuando concluye", y en tanto eso no sucede, solo transforma su potencial y su belleza.
También existen de los otros, ésas criaturas del Empleo que contabilizan con esmero el tiempo que falta para que alguna "norma o ley" (de ésas que supuestamente están diseñadas para velar por los intereses comunes), disponga que llegó el momento en el que se pueden Jubilar. Esperan con ilusión y genuina felicidad que llegue ése día, aquel en el que ya no tengan que trabajar por el sustento. Y como la lógica del Empleo ha conseguido asociar el concepto de trabajo al hecho de contar con un Empleo, entonces quién ya no lo tiene, "ya no trabaja", y si no trabaja, entonces está "descansando".
En realidad el Trabajo es una condición natural del Hombre, no el Empleo. El Hombre no puede vivir sin hacer algún tipo de Trabajo, pero tiene toda la capacidad (¡en el nombre de todos los santos!) de vivir sin un Empleo. ¿Qué tipo de personas está formando esta lógica para que alguien cuente los días que le faltan para dejar de "trabajar"? ¿Y convertirse en qué?, ¿en un elemento "pasivo" de la sociedad?, ¿en un miembro de la "reserva"?
Y los gobiernos…, ésos sistemas impersonales que se sienten obligados a ser gigantes y "buscarse oficio" para justificar (también) la generación interna de Empleo, ofrecen con especial contento la posibilidad de "reducir" cada vez más ésa edad a la que la gente puede Jubilarse, y la "masa anónima" celebra, porque el Sistema determina que ésa es una "buena medida". Y cuando ésos mismos gobiernos enfrentan la fría realidad de las matemáticas y se encuentran obligados a ampliar el rango de edad para la jubilación, entonces las calles se llenan de protestas, y a viva voz se proclama la "injusticia", la falta de solidaridad y de reconocimiento hacia el empleado de toda la vida. Porque finalmente sólo el empleado "de toda la vida" puede acogerse a la mayoría de los sistemas de jubilación, al menos como parte explícita de sus derechos.
¿En qué se fundamenta la idea de los Estados de Bienestar?: en Todo lo relacionado al Empleo, la lógica del "pleno empleo" (que muy mal les ha sido entendida a los economistas), el Índice de Desempleo, el sub-empleo, el empleo formal, el empleo informal, etc.
Menudo atrevimiento desde el nombre mismo que han escogido: "Estado de Bienestar". Un grupo de "iluminados" que cada cierto tiempo son electos por los millones de la masa anónima que apenas lleva las cuentas de su economía familiar y poco puede entender de las finanzas estatales. Mentes "ilustradas" que "saben" perfectamente lo que Bienestar significa para las personas y a ello apuntan a cualquier costo. Estados que afirman que Bienestar significa tener un Empleo, trabajar las menos horas posibles, jubilarse cuanto antes, percibir ingresos del erario cuando no se tiene empleo, acceso gratuito a la salud, educación sin costo, vacaciones pagadas, etc. Estados que pronto establecerán qué es la Felicidad y que lo habilita a uno para acceder a ella. Estados que emitirán en cualquier momento algún dictamen de "buen gobierno" definiendo el Amor.
Curiosa situación la de los Estados de Bienestar, especialmente en la vieja Europa. Millones de seres humanos desarrollando su vida al amparo del Empleo omnipresente y de las incontables prestaciones estatales. Millones de personas que no se dan cuenta que NADA ES GRATIS en esta vida, ABOLUTAMENTE NADA, y cada prestación o cada servicio "gratuito" es pagado por alguien de alguna manera, y puede perfectamente dejar de ser pagado si "ése" alguien es incapaz de sostener el esfuerzo. Sociedades que en su afán de "bienestar" están desarrollando futuras generaciones con debilidades competitivas, poco creativas, sin capacidad de enfrentar con ventaja la adversidad y el desafío, sociedades con gran número de "gente mayor", que hoy es teórica "carga" para el Estado y las nuevas generaciones, pero que hace poco eran "beneficiarios" de las políticas de Bienestar y Empleo.
Es difícil aventurarse a pronosticar cuánto tiempo serán sostenibles estos Estados de Bienestar, al menos mientras se sostengan en la lógica del Empleo universal como forma de vida, el concepto de que existe lo gratuito y la filosofía del "Gran Hermano" que sabe qué es lo mejor para cada individuo. Es factible suponer que duren menos que ése ciclo de inestabilidad, odio y guerras que empujó al viejo continente hacia dicho camino.
Si existe la "Meca" del concepto del Empleo como elemento rector de la vida, ésta se encuentra en los países europeos y sus intentos de crear un modelo de Estado de Bienestar. Y la crisis definitiva se gesta entre los millones que hoy están "en paro" y de repente encuentran que la vida ha concluido y que el capítulo de las Revelaciones ha sido abierto para ellos (No tengo Empleo, estoy "en paro").
La respuesta, como siempre, está en el Individuo, la mayor y más significativa de las "minorías". Si el individuo racionaliza básicamente que lo único seguro de un Empleo es que un día terminará, entonces tiene toda la facultad de terminar también con el Culto, de entender que la solución para su existencia y que el propio sino de su destino se encuentra en él y solo en él, en su infinita capacidad y potencial de condicionar el mundo en el que vive. Porque el mundo como lo conocemos, con sus enormes virtudes y bendiciones (abstracción hecha de los costos que tienen que pagarse), ha sido construido por Individuos, no por Estados, aunque ellos quieran llamarse a buen propósito. Solo el individuo Empoderado, consciente de su alcance transforma la realidad.
Y para esto la edad no es un límite, mientras los favores de la naturaleza otorguen posibilidad de utilizar el intelecto, la imaginación y la lógica.
Puede afirmarse, sin temor a equivocación, que un mundo diferente emergería de la desesperanza si aquellos millones de "jubilados" formasen parte activa de la economía, y si esos otros millones de jóvenes no tuvieran impuesto el hecho que una parte de su trabajo sea destinado a soportar el costo que representan sus mayores. Una economía sin complejos, sin limitaciones, confiada en la capacidad del hombre para velar por sus intereses y para construir. Así como siempre lo ha hecho, desde los albores de la especie, cuando apenas podía refugiarse en unas cavernas.
Warren Buffett, el empresario norteamericano, hace muchos años que debería estar viviendo la existencia de un jubilado, y sin embargo está activo y sigue produciendo. No lo hace por la necesidad de generar ingresos para su sustento, lo hace porque es coherente con un estado básico de la naturaleza humana: la necesidad de trabajar y estar vigente, el imperativo de producir y crear. Esto diferencia al hombre de la mula de carga, ¿o no? Ambos pueden "emplearse" para algún trabajo, pero la mula no tiene capacidad de crear o condicionar su futuro.
Pero hay algo a favor de la mula, al menos no ha decidido conscientemente crear un altar y un culto al Empleo que se hace de ella.
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Carlos Eduardo Nava Condarco, natural de Bolivia, reside en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, es Administrador de Empresas y Empresario. Actualmente se desempeña como Gerente de su Empresa, Consultor de Estrategia de Negocios y Desarrollo Personal, escritor y Coach de Emprendedores.
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La “Zona de Confort” no es un problema trivial 2016-01-29 09:45:00
Existe una razón básica pero trascendental para afirmar que la "Zona de Confort" es uno de los enemigos más importantes que tiene la especie humana: si el criterio de vivir en ella hubiera guiado siempre a la humanidad, seguiríamos en las "cómodas" cavernas que cobijaron a nuestros antepasados.
Nos estamos acostumbrando a referirnos a la "Zona de Confort" de las personas como algo tan "natural como poco aconsejable". Y esto es algo peligroso. La "Zona de Confort" es uno de los males más importantes que le puede acontecer al hombre: lo debilita, lo priva de perspectiva y anula su potencial natural de ser un agente de cambio y constructor propositivo de su realidad. El hombre que desarrolla su vida en los límites estrechos de su "Zona de Confort" adopta una actitud parasitaria que afecta el desenvolvimiento y el bienestar de los demás.
No forma parte de la naturaleza del hombre ser cómodo y refugiarse en las fronteras asfixiantes de la seguridad y lo previsible, ¡todo lo contrario! La naturaleza del Hombre es la de un ser de Conquista, de desafío, de explorar lo desconocido y alcanzar conocimiento, de identificar y vencer sus temores, de establecer soberanía por donde va.
Propendemos a pensar que el mundo en el que vivimos es producto de los Hombres Grandes que tuvieron sueños y los hicieron realidad, almas incomparables que inventaron aquello que no pudieron descubrir, que volvieron sinónimos los conceptos de visión y realidad. Sin embargo la verdad profunda es que éste mundo ha sido construido por personas que simplemente han sido fieles con su naturaleza, porque el Hombre es grande por esencia, y mora en este planeta para establecer señorío.
Existen los Grandes Hombres, por supuesto, pero existen como producto de que todos los demás se hacen pequeños. Y esta realidad esconde un drama poco trivial. Porque en escasas espaldas se deja la responsabilidad del futuro de la especie, uno que no se define en el calor ficticio y etéreo de la "seguridad". La Zona de Confort genera una realidad donde pocos Hacen y muchos esperan en el refugio de la comodidad. Sociedades de escasos creadores y múltiples espectadores, o de "makers y takers" como suelen llamarlos los Objetivistas y seguidores del poderoso pensamiento de Ayn Rand.
No es suficiente ser "críticos constructivos" con quienes orientan sus vidas en la reticencia a tomar riesgos, emprender y desafiar los límites y las imposibilidades, es necesario demandarles que asuman el rol que la Naturaleza les ha asignado, exigirles que tomen responsabilidad con su vida de una forma consistente con el interés general.
La Zona de Confort no puede existir como premisa existencial, la vida no es fácil y demanda que cada quien invierta en ella sus mejores atributos. La Zona de Confort es una construcción psicológica que está formando seres humanos débiles, carentes, incapaces de asumir responsabilidad sobre su destino, y especialistas en demandar de los demás. Son muchos más los que piden que aquellos que dan, más numerosos los que se creen llenos de derechos y pocos los que entienden que están obligados a Ser, como una obligación hacia los demás.
Las personas que se refugian en su Zona de Confort piensan sinceramente que no le hacen mal a nadie, pero cometen con sus semejantes ése tipo de falta que se inscribe en la Omisión, porque efectivamente no fallan por Comisión, dado que Acción es justamente lo que se les reclama y lo que no dan. Es mucho mejor sacar cuentas con personas que se equivocan continuamente en el afán de Hacer, que con aquellas que omiten la acción precisamente por temor a equivocarse.
A medida que pasa el tiempo y los favores del progreso bendicen a todos, es más numeroso el grupo de gente que desarrolla su vida estrictamente en su Zona de Confort. El mundo no ha visto nunca tantas personas adversas al riesgo y temerosas de sacar un pié fuera del espacio donde moran, ajenos a la dinámica natural de la vida. Cientos de millones de personas que esencialmente esperan desde su "cálido refugio" que las cosas no cambien, o que lo hagan únicamente para su beneficio. Cientos de millones que hacen poco y demandan mucho.
Porque Poco hacen quienes construyen un altar de su Zona de Confort, por mucho que se consideren personas honestas y trabajadoras. En este caso tendría que hacerse un análisis moral más profundo de lo que debe considerarse honestidad y trabajo. En el "contexto mayor" o aquello que los americanos llaman "bigger picture", no necesariamente podría considerarse honesta a una persona si su aporte al interés social es completamente pasivo y neutro. Tampoco debería asumirse que su trabajo es productivo si esencialmente no alcanza los límites de su potencial.
Existe hoy un acercamiento distorsionado a lo que constituye la ética del trabajo, puesto que éste se asocia en demasía con la intensidad, el esfuerzo y el tiempo. Mientras más "trabaje" alguien y mayor tiempo invierta en ello, tanto mejor, al menos según la óptica de aquellos que miden el trabajo con parámetros muy parecidos a los "caballos de fuerza" que definen el poder de las máquinas. Cuando alguien se atreve a decir que "más trabajo" no necesariamente representa más productividad o mejor beneficio, emergen furiosos los calificativos morales de los apologistas del trabajo al estilo de los egipcios que construyeron las pirámides o de las hormigas que laboran todo el día, desde el momento que nacen hasta el instante que mueren.
Airados levantan la voz cuando se mencionan los índices de desempleo o cuando existen indicios que alguna nueva tecnología reducirá la "mano de obra". No se dan cuenta que aquello es como pelear contra molinos de viento, porque la transformación de las demandas de trabajo es una dinámica natural del desenvolvimiento económico. Y tampoco se dan cuenta que forma parte de la evolución de la especie el hecho de contar con máquinas que sustituyan con eficiencia labores que el hombre realiza con mucho esfuerzo o sacrificio.
Es habitual que las personas que desarrollan su vida en Zona de Confort critiquen airadas estas cosas mientras manipulan gustosas su teléfono inteligente o disfrutan de la calefacción central de sus hogares. No alcanzan a entender que sus propias "comodidades" son producto de ésa dinámica económica que provoca desempleo y transformaciones en la cadena de producción. No entienden que el progreso que demandan desde la "placidez" de sus ambientes tiene un costo que alguien debe pagar. Prefieren asumir que las "incomodidades" y los problemas son siempre producto de "malos gobernantes", de sistemas injustos de ordenamiento económico-social, o en esencia de "alguien más", de "algún otro".
Cuan poco entienden que el mal gobierno, la corrupción, el desempleo y la pobreza son también una consecuencia de su pasividad, de ésa actitud de ver pasar la vida detrás de la fragilidad de una ventana que proporciona etérea seguridad. Cuan poco entienden que es muy difícil sostener un sistema "cómodo" de vida cuando son pocos los que proponen, arriesgan, exploran y conquistan, mientras son muchos aquellos que esperan y reclaman.
Con todo lo expresado no se afirma que las personas que viven en su Zona de Confort sean un conjunto de ociosos o de personas flojas. El tema de fondo está relacionado con el concepto de Aporte. El ser humano está dotado de un potencial mucho mayor al que se explota desde la Zona de Confort, y es un imperativo moral que éste potencial se alcance. Así como no podría entenderse que un Tigre viva dentro de una casa como Gato doméstico, así no puede entenderse ni aceptarse que el Hombre desarrolle su vida sin perfeccionar el potencial que por naturaleza tiene. Por lo mismo tampoco puede aceptarse que ése "Tigre doméstico" se limite a esperar que sus congéneres desarrollen afuera su función mientras él "cuida" responsablemente de la casa.
Es posible que muchas personas no sean conscientes que viven en una Zona de Confort o lean estas líneas como quien recibe referencias de algún vecino, pero la determinación del asunto es bastante simple: vive en Zona de Confort todo aquel que por diferentes motivos ha dejado de luchar por lo que soñó o anheló en algún momento de su vida. ¡Así de sencillo! Puesto que aquel que lucha por alcanzar lo que anhela explota su potencial, y de esta forma se inscribe entre los que Crean y no solo entre quienes demandan.
¡Otra cosa es que finalmente se alcancen los sueños o se cumplan las visiones! Eso carece de importancia en la ecuación final. El camino y su tránsito son los que califican la campaña, no necesariamente la estación de destino. Es indispensable entender que la Vida es un asunto Cualitativo, un tema de Calidad y nunca de cantidad. Desde el momento que el hombre tiene reservados pocos años de vida, ¿dónde ingresa la calificación de las cosas desde la óptica cuantitativa?
El hombre que no vive en Zona de Confort, conoce mucho más de la derrota, de la pérdida, el desaliento y la frustración, ¡por supuesto!, pero está dispuesto a pagar el costo con la misma naturalidad y gozo que aquel que deseaba fervientemente comprar algo y lo consigue a buen precio. Este hombre sabe que lo mejor en la vida es lo que más cuesta, y por ello no ve lo gravoso de las cosas como aprecia su valor. Estas personas tienen la convicción que las pérdidas deben asumirse como la ofrenda que premia las acciones y las ideas, el costo del amor por los sueños, la coherencia con la sana ambición y la solidaridad con el esfuerzo.
Se comete un error al asumir que la Zona de Confort es una curiosidad que afecta la actitud de ciertas personas o una oportunidad para aquellos que no la comparten. Es algo mucho más grande, mucho más serio y mucho más peligroso. Es algo que está socavando la esencia de la capacidad humana, algo que está debilitando la especie y sus posibilidades en el futuro.
Volvamos un segundo a la pregunta inicial planteada en esta reflexión: ¿si la lógica de la Zona de Confort hubiera coexistido con el hombre como hoy lo hace, se habría conseguido salir de las cavernas?, ¿existirían los beneficios de los que hoy gozamos?
Y para aquellos que todavía se atreven a cuestionar el progreso y tienen la osadía de afirmar que a él se le debe también la contaminación del ambiente, el hambre, la enfermedad, la delincuencia, etc., será bueno invitarlos a imaginar si hubiese sido mejor permanecer en la comodidad de ésas cavernas del inicio de nuestra historia.
No existe elemento más representativo de la Zona de Confort que esos gigantes sistemas que sustentan los Estados de Bienestar en muchos países del mundo, o esos proyectos políticos trasnochados que ofrecen solidaridad tras el oscuro intento de "igualar" la pobreza, la carencia o la necesidad. Esas proclamas de igualdad social que solo pretenden servirse de la esperanza del hombre ingenuo o la picardía de quien espera que otros le resuelvan sus problemas. Mientras todos estos intentos se fundamenten en la debilidad del hombre o en su eventual incapacidad para adueñarse de su propio destino, solo conseguirán lo que una aspirina en un cuadro severo de enfermedad.
Tampoco se trata de sostener "premisas nietzchanas" de convocatoria al superhombre o la "ley de la selva", por si alguno ya interpreta que la crítica a la Zona de Confort carece de empatía o proviene de los hombres "opulentos" que "poco conocen" de las necesidades en la vida. Esta es una convocatoria simple y humilde al potencial que todo hombre tiene en su naturaleza. Una convicción sobre las inmensas posibilidades y capacidades que cada quien tiene. Es una reafirmación del Creer en todo aquello que Sí puede hacerse y no en las limitaciones.
Posiblemente la afirmación más inmoral que alguna vez se ha oído (quizás deba decirse amoral), es aquella que expresa que el orden que tienen las cosas "finalmente no está tan mal", porque pensando el asunto a fondo "¿Quién remaría en el barco si todos fuesen capitanes, o quién pondría el músculo si todos fuesen cerebro o quien cargaría las piedras si todos estuviesen soñando en alcanzar su potencial en la vida?" ¡Nada más pobre y denigrante que pensar así!, puesto que si fuese cuestión de músculo o laboriosidad, el destino se hubiera portado muy mezquino con el ser humano, dado que no le ha dotado de ninguna ventaja en esto con relación a otras criaturas de la naturaleza, sin embargo Sí le ha otorgado, como a nadie, la capacidad de soñar y un cerebro que le puede permitir conquistar otros mundos.
No lo olvide: la Zona de Confort está poblada de Tigres que deciden adoptar la vida de un Gato doméstico, mientras su ambiente natural, vasto, rico, lleno de plenitud y libertad se encuentra afuera. Allí no existe solamente un hogar, existe un reino por gobernar.
DATOS DEL AUTOR.-
Carlos Eduardo Nava Condarco, natural de Bolivia, reside en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, es Administrador de Empresas y Empresario. Actualmente se desempeña como Gerente de su Empresa, Consultor de Estrategia de Negocios y Desarrollo Personal, escritor y Coach de Emprendedores.
Es autor de los libros "El STRATEGOS y 23 Principios Estratégicos para la lucha en el Mercado. Aclaraciones indispensables de los conceptos de Estrategia, Negocio y Competencia".
WEB: www.elstrategos.com
Facebook: Carlos Nava Condarco – El Strategos
Twitter: @NavaCondarco
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