lunes, 25 de abril de 2016

La educación tecnológica en España es aún precaria y este estudio de la FECYT lo demuestra y Cuando el alumno toma la iniciativa para aprender a programar: el Club de Jóvenes Programadores del SEK

La educación tecnológica en España es aún precaria y este estudio de la FECYT lo demuestra 2016-04-20 08:01:07

Kid

El interés por la formación técnica y tecnológica para los más pequeños es evidente. Son muchos los proyectos que tratan de impulsar el aprendizaje de programación y robótica entre los más pequeños sobre todo en Estados Unidos, pero, ¿cuál es la situación en nuestro país?

Es lo que trata de dilucidar un reciente estudio de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT). Sus conclusiones permiten entender cómo se valora en nuestro país la educación de las Ciencias de la Computación, y las conclusiones son claras: queda muchísimo camino por recorrer si queremos impulsar este tipo de educación.

Muchos datos que digerir

En la encuesta realizada en octubre de 2015 participaron 2.324 padres y madres con hijos e hijas de distintos rangos de edad, a lo que se sumó la realización de 30 entrevistas con directores y docentes de distintos colegios de España. El informe fue elaborado en colaboración con Google y everis, que contribuyeron tanto en la ejecución como en la redacción de las recomendaciones finales tras la obtención de resultados.

Cc1

Entre las conclusiones se destacó el hecho de que las Ciencias de la Computación son un concepto desconocido en la sociedad española. El 82% de padres y madres no saben qué englobaban o las confundían con otros términos, algo que también les ocurría al 76% de los alumnos de entre 12 y 16 años.

La introducción de dispositivos digitales para programar es por ejemplo muy reducida: solo el 5% de los alumnos disponían de tales soluciones en cursos de primaria, mientras que en secundaria el porcentaje ascendía al 16%.

La influencia de los padres es crítica, siguen los estereotipos

Una de las conclusiones más ambivalentes era la que indicaba que aunque el 73% de padres y madres creen que este tipo de disciplinas deben ser enseñadas en el colegio, el 32% de los padres y madres con hijos en primaria no lo consideraba una prioridad. Aquí era patente el impacto que tenía que los padres y madres tuvieran una buena comprensión de la tecnología, ya que su influencia es notable: un 63% de los alumnos y alumnas de secundaria que estudian Ciencias de la Computación son influidos por sus padres.

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En ese estudio también se revelan brechas de género preocupantes: hay un claro menor interés por parte de las niñas, más orientadas a lenguas y humanidades. Los niños tienen mayor confianza en su capacidad para estudiar ciencias, tecnologías y matemáticas, confirmaba ese estudio en un resultado que parecería más propio del pasado. Los estereotipos siguen siendo patentes y de hecho se perciben en los padres y madres, algo que revela el informe con claridad:

La influencia de los padres también impacta sobre la brecha de género ya que las niñas que estudian CC en mayor porcentaje que los niños (65% y 61%) lo hacen porque sus padres las apoyan. Por el contrario, las niñas que no estudian CC no lo hacen porque reciben menos apoyo de sus padres que los niños (12,9% frente al 23,9% para los niños). Además, las niñas, en un mayor porcentaje que los niños perciben que sus padres piensan que son más capaces de estudiar temas relacionados con Lenguas y Ciencias Sociales (37% en el caso de las niñas y 15% en el caso de los niños).

¿Qué se puede hacer al respecto?

Los expertos en este ámbito comentaron esos resultados con grupos focales y eso ayudó también a elaborar una serie de recomendaciones -algo abstractas, eso sí- que deberían fomentar esa formación en Ciencias de la Computación en el sistema educativo español.

Entre esos consejos estaba la introducción de las CC en el currículo educativo, habilitar "espacios y mecanismos de colaboración" en los que profesionales de este ámbito eduquen tanto a estudiantes como a los propios profesores, y contar con la participación de todo tipo de organismos y asociaciones relacionadas con las TIC para apoyar esa formación.

Aquí es inevitable pensar en iniciativas como las que se están llevando en Estados Unidos, donde Obama tratará de que se apruebe la creación de un fondo de 4.000 millones de dólares para fomentar diversos programas educativos enfocados a enseñar informática a todo tipo de estudiantes.

Tenemos otro buen ejemplo en el Reino Unido, donde hace menos de un mes ya indicamos que se habían empezado a distribuir un millón de BBC micro::bit, los pequeños miniordenadores que permiten a los alumnos iniciarse en este mundillo. Sin contar con las Raspberry Pi, que forman parte de diversos proyectos educativos en ese país, tal y como nos confirmó Eben Upton -creador de estos pequeños prodigios- en una reciente entrevista.

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Nosotros ya hablamos en profundidad del tema en los Premios Xataka 2014, en los que pudimos contar con la presencia de varios expertos en este ámbito para debatir sobre Educación y tecnología. Como comentaban allí los participantes, en nuestro país se ha fracasado en muchos sentidos a la hora de introducir tecnologías en el sistema educativo. "No vale con introducir ordenadores y olvidarse de ellos", explicaban nuestros invitados en aquel debate.

Para Javier Palazón, de Educación 3.0, el docente es una figura importante a la que cuidar. A pesar de que se han hecho las cosas mal, señalaba este experto, es quien más ha hecho por introducir la tecnología, algo que no se ha cuidado tanto por parte del centro.

Otros dejaban claro que para que haya cambios serios el impulso debe venir desde nuestro Gobierno, algo que parece difícil a vida cuenta de las críticas que el Ministerio de Educación ha recibido en los últimos años. Resulta irónico comprobar cómo en el informe del FECYT del que hablamos no ha participado ese organismo, sino el Ministerio de Economía y Competitividad. ¿Por qué? Buena pregunta.

Más información | FECYT | Everis (PDF) | Google
En Xataka | Cómo iniciar a un niño en la programación desde cero con Scratch

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La noticia La educación tecnológica en España es aún precaria y este estudio de la FECYT lo demuestra fue publicada originalmente en Xataka por Javier Pastor .

Cuando el alumno toma la iniciativa para aprender a programar: el Club de Jóvenes Programadores del SEK 2016-03-31 04:01:45

Club jóvenes programadores CEK El Castillo

Una de las tendencias al alza con los niños es enseñarles a programar desde cero. Servicios como Scratch lo están poniendo fácil. Hasta hay kits pensados ex profeso para dicha tarea. Sin embargo en muchos países como España la presencia del área de programación o robótica brilla por su ausencia y no ha sido hasta hace muy poco que se ha iniciado el camino para solucionarlo.

Por eso nos ha resultado tan interesante e importante la iniciativa del Club de Jóvenes Programadores del colegio SEK El Castillo de Madrid. Allí encaja en este caso hablar de alumnos innovadores.

Clubes de jóvenes programadores: el salto al instituto

El creciente interés en la programación y robótica en edad escolar y no universitaria ha quedado reflejada perfectamente en los últimos años en los llamados Clubes de Jóvenes Programadores. Uno de los más antiguos y activos es el que en 2013 pusieron en marcha en la Universidad de Valladolid para fomentar que desde edades tempranas (6-7 años) los chavales disfrutaran aprendiendo programación.

En ese club auspiciado por profesores de la universidad, diferentes monitores (Ingenieros en Informático o estudiantes de la carrera) apoyan la creación de programas, juegos y todo tipo de iniciativas alrededor de la programación. En un espacio abierto, los niños se agrupan por nivel y madurez y se busca ante todo estimular su creatividad y capacidad de resolver problemas, principalmente con herramientas como Scratch.

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La iniciativa en la que nos fijamos hoy en la sección sobre tecnología y educación de Xataka es otro club de programadores pero con punto de partida y destino diferente a los anteriores. No se trata de un proyecto externo a un centro educativo de primaria o secundaria sino nacido en ellos.

El Club de Jóvenes Programadores del centro SEK El Castillo (Madrid) ha recibido recientemente el premio a "Mejor Trabajo de Innovación y Práctica Educativa" de la institución SEK , y les fue otorgado en el "I Simposium Felipe Segovia". En Xataka hemos hablado con sus responsables para conocer más detalles.

Aprendiendo programación de forma autodidacta

Hace ya más de un año, en enero de 2015, el CJP del SEK El Castillo iniciaba su andadura. Los fundadores y coordinadores son David López y Daniel Fidalgo, los cuales al llegar a Bachillerato no tardaron en detectar una necesidad personal que creyeron también tendrían otros compañeros.

Robert Frost dijo: dos caminos se abrieron ante mí, pero tomé el menos transitado y eso marcó la diferencia (El Club de los Poetas Muertos)

"La iniciativa surge del interés en la programación y la "nula" presencia que tiene en el sistema educativo actual". En un principio esta actividad se incorpora a la dinámica de la asignatura de Tecnologías de la Información y la Comunicación, optando desde el inicio por el formato club que deja el liderazgo de la actividad a los propios alumnos interesados.

Con esa base y el boca a boca, el CJP Sek-El Castillo no ha tardado en crecer. Pero no es el objetivo principal. David y Daniel tienen claro, y nos insisten en ello, que prefieren ser pocos pero con verdadero interés por lo que hacen.

CJP CEK Castillo Madrid

Aunque depende del momento, la dinámica general de las sesiones del Club abarca tanto teoría, con lecciones para aprender a programar, como práctica. Ese aspecto lo trabajan y afianzan con proyectos o mini-proyectos en los que ponen en práctica lo aprendido, lo que les permite afianzar los conceptos teóricos.

Nuestro principal objetivo sigue siendo el mismo que en los inicios: aprender a programar y divertirnos con ello

Como nos cuentan David y Daniel, dos son los pilares que hacen especial a este club de jóvenes programadores. Por un lado no tienen profesor, tan solo un tutor para ciertas gestiones que ellos mismos no pueden realizar. Siguiendo con la idea de una iniciativa puramente de los alumnos ante inquietudes nuevas que no veían correspondidas en la formación reglada, los miembros del club aprenden por su cuenta.

"Nosotros nos encargamos de organizar las sesiones, marcar los objetivos y guiar al resto de compañeros dado que tenemos un nivel más avanzado. Los recursos de aprendizaje y la documentación los encontramos en internet, principalmente CodeAcademy y documentación oficial de los desarrolladores"

La otra característica fundamental del Club es la libertad de cada miembro para aprender justo lo que cree más interesante o por lo que siente más inquietudes.

"En el Club de Jóvenes Programadores no se limitan los intereses de nadie ni obligamos a aprender un lenguaje o participar en un proyecto a quién no quiere, con esto conseguimos un club sólido y eficiente; la clave es que nadie se sienta obligado para que el interés por cada proyecto sea máximo"

Una de las claves del Club es que nadie se sienta obligado para que el interés por un proyecto sea máximo

Daniel y David confían plenamente en lo que el Club puede aportar al centro SEK. Para ellos lo más inmediato es tener dentro del centro una vía alternativa para los alumnos que muestren interés en la tecnología y no les convenza demasiado dominar exclusivamente herramientas como Excel.

Miembros del CJP CEK El Castillo

¿Y a los alumnos que deciden entrar a formar parte del Club? "Pertenecer al club aporta a los miembros grandes ventajas, como aprender a programar en grupo, entre iguales y con la ayuda de compañeros que puedan saber más sobre el tema; además de la importancia que tiene realizar proyectos con los que realmente se aprende a programar y poner en práctica lo aprendido"

De las instalaciones del colegio al Google Campus Madrid

Como club nacido en el centro SEK El Castillo, su lugar de encuentro y trabajo ha sido desde el inicio las propias instalaciones del colegio. Allí disponían de los equipos necesarios tanto para las sesiones teóricas como las prácticas. También el espacio se lo proporcionaba el colegio, que ganaba de inmediato la iniciativa de los jóvenes programadores.

En unos días, el Club de Jóvenes Programadores del SEK presentará en Google Campus Madrid una aplicación web creada junto al equipo de Green Eagle Solutions

"El Club lleva activo desde Enero de 2015, y desde no hace mucho tiempo colaboramos en la creación en el colegio de un Maker Space en el cual podemos reunirnos, aunque desde hace poco tiempo el sitio está bastante transitado y nos estamos viendo obligados a buscarnos la vida"

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Y las miras están en lugares de trabajo colaborativos en torno a la tecnología como Google Campus Madrid. Allí presentarán el próximo día 5 de abril una aplicación web creada junto al equipo de Green Eagle Solutions. Será en la próxima demo night que organiza TechHUB.

En esas sesiones tratarán de establecer contactos y colaboraciones como la conseguida con Green Eagle Solutions.

"Un objetivo claro del Club es darnos a conocer. Para ello asistimos a los eventos que podemos (con la ayuda de nuestro mentor Jorge Moreno) y mantenemos la cuenta de Twitter del Club para mostrar el trabajo y establecer relaciones"

Uno de sus últimas presencias en eventos fue precisamente en el marco del Google Campus Madrid, donde dieron a conocer su iniciativa dentro de la puesta de largo de los SEK Lab Awards, los premios de la primera aceleradora española de innovación en el ámbito educativo.

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La noticia Cuando el alumno toma la iniciativa para aprender a programar: el Club de Jóvenes Programadores del SEK fue publicada originalmente en Xataka por Javier Penalva .










Las ciencias de la computación como asignatura obligatoria en el bachillerato 2016-02-25 03:46:41

Dmitry Azarov - 123RFPor decisión unánime, el Public School Board of Education del distrito de Chicago, el tercero más grande de los Estados Unidos, convierte las ciencias de la computación en una asignatura obligatoria y necesaria para obtener el título de bachillerato, comenzando con la promoción que comienza el año que viene y se gradúa en el año 2020. En este momento, una cuarta parte de las instituciones educativas del país entre colegios e institutos ofrecen ya asignaturas relacionadas con las ciencias de la computación como una parte integral de su curriculum: la iniciativa de Chicago, que el alcalde de Chicago, Rahm Emanuel, inició a finales de 2013, supondrá un importante incremento de las mismas y un ejemplo a seguir para otros distritos.

¿Imaginamos un graduado de bachillerato que no hubiese tenido exposición alguna a las matemáticas, a la física, a la química o a la biología? Todos entendemos que se trata de ciencias indispensables, que es necesario tener un nivel de familiaridad y de conocimientos adecuado de cualquiera de ellas para entender muchas de las cosas que pasa a nuestro alrededor, para aprender a desarrollar nuestro pensamiento en torno a esa base conceptual. No, no se trata de convertirse en un experto, para eso ya están otros niveles de la educación, pero sí de adquirir una base suficiente como para desenvolvernos de manera adecuada en el mundo que nos rodea. Las matemáticas, la física, la química o la biología son necesarias, y todos pasamos por asignaturas que nos exponen a una parte de sus conocimientos, que nos posibilitan un cierto nivel mínimo para ser capaces de desenvolvernos con la solvencia adecuada en un mundo en el que los elementos de esas ciencias siempre están presentes de una u otra manera. Y cuando hablamos de desenvolvernos en el mundo, hablamos de la realidad de un entorno que, a lo largo de las últimas décadas, nos ha rodeado de objetos programables y ha convertido la computación en algo ubicuo. Hoy, manejamos dispositivos programables para todo tipo de tareas, y resulta difícil concebir una vida civilizada sin tener acceso a ellos. Por eso, ante un entorno que cambia, los requerimientos de la educación deben cambiar: hoy, andar por el mundo haciendo gala de una total ignorancia en un aspecto tan inseparable de nuestra realidad cotidiana como las ciencias de la computación supone una carencia, una limitación.

Pensar, como algunos pretenden, que las ciencias de la computación no es necesario enseñarlas porque “ya están presentes y se aprenden solas”, o porque “los jóvenes ya están preparados para ellas porque las toman del entorno” es profundamente limitante. Una persona que se gradúa hoy tiene que entender lo que supone un proyecto tecnológico, tiene que tener una base adecuada de hardware, de software y de diseño, tiene que adquirir algunas bases de programación – al menos lo que es un algoritmo, una variables, un condicional y un bucle – y ser capaz de manejar estos elementos de una manera mínimamente coherente. Del mismo modo en que no pretendemos que un niño pueda desenvolverse como físico o como matemático con el nivel de física o matemáticas que adquiere en el bachillerato, no pretendemos que una persona se dedique a la tecnología o a las ciencias de la computación por haberla visto como parte del mismo… pero sí que se encuentre preparado para desenvolverse en un mundo en el que está constantemente rodeado de objetos programables. 

En España, algunas iniciativas interesantes han incluido desde este año la incorporación de una asignatura de programación y robótica educativa en niveles infantiles. Tan solo en algunas comunidades autónomas, y como una iniciativa no incluida en la evaluación, sin peso curricular. En el sistema educativo español, dar un paso como el norteamericano – o previamente, el del Reino Unido, que lo instituyó en enero de 2013 – es un reto que muy pocos se atreven a plantear. En los Estados Unidos o en el Reino Unido, este tipo de cuestiones vienen como fruto de importantes iniciativas colectivas, con asociaciones, fundaciones, alianzas público-privadas y dotaciones de fondos destinadas a convertirlas en realidad. En el Reino Unido fue la iniciativa de una fundación, la Raspberry Pi Foundation, la que consiguió dar el último impulso a algo que se consideraba interesante, pero que se veía con unas barreras de entrada importantes en términos de coste. En los Estados Unidos, la iniciativa viene respaldada, además de por el convencimiento personal de un presidente Obama que ha destinado cuatro mil millones de dólares a extender la educación en ciencias de la computación a nivel de los colegios, por alianzas como Code.org, destinadas a concienciar acerca de la necesidad de esa educación y a generar recursos de todo tipo para que sea posible.

En España, aunque existen, he visto muy pocas iniciativas como esas, y las empresas que de verdad destinan recursos a iniciativas relacionadas con la educación son excepciones – algunas muy inspiradoras, visionarias, y que han logrado ya algunos éxitos importantes, pero excepciones. ¿Para cuándo una iniciativa amplia, completa y decidida para adaptar nuestra educación, una de las herramientas de futuro más importantes con las que contamos, a los tiempos que vivimos? Hablamos de desarrollar las competencias para la sociedad que viene, para los puestos de trabajo que ya están surgiendo y que sin duda continuarán convirtiéndose en significativos, de equipar a los jóvenes con las competencias necesarias para desenvolverse en prácticamente cualquier industria. La revolución está pasando, la estamos viendo… pero en España, estamos a otra cosa. ¿Qué tipo de país queremos ser en el futuro?

 

This article is also available in English in my Medium page, "Why is it taking so long for some governments to understand the importance of teaching computer sciences and programming at school?

 

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¿Imaginamos un graduado de bachillerato que no hubiese tenido exposición alguna a las matemáticas, a la física, a la química o a la biología? Todos entendemos que se trata de ciencias indispensables, que es necesario tener un nivel de familiaridad y de conocimientos adecuado de cualquiera de ellas para entender muchas de las cosas que pasa a nuestro alrededor, para aprender a desarrollar nuestro pensamiento en torno a esa base conceptual. No, no se trata de convertirse en un experto, para eso ya están otros niveles de la educación, pero sí de adquirir una base suficiente como para desenvolvernos de manera adecuada en el mundo que nos rodea. Las matemáticas, la física, la química o la biología son necesarias, y todos pasamos por asignaturas que nos exponen a una parte de sus conocimientos, que nos posibilitan un cierto nivel mínimo para ser capaces de desenvolvernos con la solvencia adecuada en un mundo en el que los elementos de esas ciencias siempre están presentes de una u otra manera. Y cuando hablamos de desenvolvernos en el mundo, hablamos de la realidad de un entorno que, a lo largo de las últimas décadas, nos ha rodeado de objetos programables y ha convertido la computación en algo ubicuo. Hoy, manejamos dispositivos programables para todo tipo de tareas, y resulta difícil concebir una vida civilizada sin tener acceso a ellos. Por eso, ante un entorno que cambia, los requerimientos de la educación deben cambiar: hoy, andar por el mundo haciendo gala de una total ignorancia en un aspecto tan inseparable de nuestra realidad cotidiana como las ciencias de la computación supone una carencia, una limitación.

Pensar, como algunos pretenden, que las ciencias de la computación no es necesario enseñarlas porque “ya están presentes y se aprenden solas”, o porque “los jóvenes ya están preparados para ellas porque las toman del entorno” es profundamente limitante. Una persona que se gradúa hoy tiene que entender lo que supone un proyecto tecnológico, tiene que tener una base adecuada de hardware, de software y de diseño, tiene que adquirir algunas bases de programación – al menos lo que es un algoritmo, una variables, un condicional y un bucle – y ser capaz de manejar estos elementos de una manera mínimamente coherente. Del mismo modo en que no pretendemos que un niño pueda desenvolverse como físico o como matemático con el nivel de física o matemáticas que adquiere en el bachillerato, no pretendemos que una persona se dedique a la tecnología o a las ciencias de la computación por haberla visto como parte del mismo… pero sí que se encuentre preparado para desenvolverse en un mundo en el que está constantemente rodeado de objetos programables. 

En España, algunas iniciativas interesantes han incluido desde este año la incorporación de una asignatura de programación y robótica educativa en niveles infantiles. Tan solo en algunas comunidades autónomas, y como una iniciativa no incluida en la evaluación, sin peso curricular. En el sistema educativo español, dar un paso como el norteamericano – o previamente, el del Reino Unido, que lo instituyó en enero de 2013 – es un reto que muy pocos se atreven a plantear. En los Estados Unidos o en el Reino Unido, este tipo de cuestiones vienen como fruto de importantes iniciativas colectivas, con asociaciones, fundaciones, alianzas público-privadas y dotaciones de fondos destinadas a convertirlas en realidad. En el Reino Unido fue la iniciativa de una fundación, la Raspberry Pi Foundation, la que consiguió dar el último impulso a algo que se consideraba interesante, pero que se veía con unas barreras de entrada importantes en términos de coste. En los Estados Unidos, la iniciativa viene respaldada, además de por el convencimiento personal de un presidente Obama que ha destinado cuatro mil millones de dólares a extender la educación en ciencias de la computación a nivel de los colegios, por alianzas como Code.org, destinadas a concienciar acerca de la necesidad de esa educación y a generar recursos de todo tipo para que sea posible.

En España, aunque existen, he visto muy pocas iniciativas como esas, y las empresas que de verdad destinan recursos a iniciativas relacionadas con la educación son excepciones – algunas muy inspiradoras, visionarias, y que han logrado ya algunos éxitos importantes, pero excepciones. ¿Para cuándo una iniciativa amplia, completa y decidida para adaptar nuestra educación, una de las herramientas de futuro más importantes con las que contamos, a los tiempos que vivimos? Hablamos de desarrollar las competencias para la sociedad que viene, para los puestos de trabajo que ya están surgiendo y que sin duda continuarán convirtiéndose en significativos, de equipar a los jóvenes con las competencias necesarias para desenvolverse en prácticamente cualquier industria. La revolución está pasando, la estamos viendo… pero en España, estamos a otra cosa. ¿Qué tipo de país queremos ser en el futuro?

 

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