martes, 21 de enero de 2014

¡La formación profesional no está en crisis! y Cambio de paradigma en el uso de la innovación

Interesante, ¡La formación profesional no está en crisis! - 18/07/2013 8:20:56

¡La formación profesional no está en crisis! ()
Según el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, la Formación Profesional es el "conjunto de enseñanzas que, dentro del sistema educativo capacitan a las personas para poder ejercer un trabajo cualificado de las distintas profesiones". Las enseñanzas de Formación Profesional están integradas por módulos de conocimientos teórico-prácticos orientados a desarrollar competencias profesionales y se ordenan en:
Los módulos profesionales específicos de los programas de cualificación profesional inicial.
Los Ciclos Formativos de grado medio.
Los Ciclos Formativos de grado superior.
Actualmente, a pesar de la crisis y de la alta tasa de paro juvenil, parece ser que los técnicos de FP pueden contar con buenas expectativas laborales; en concreto, según datos de la consultora de recursos humanos Randstad, 4 de cada 10 ofertas de empleo van dirigidas a personas con un título de ciclo formativo de grado medio o ciclo formativo de grado superior.
Los expertos de Randstad consideran que este aumento de ofertas de empleo va ligado a la necesidad de mejorar el nivel de cualificación profesional de la sociedad: las empresas necesitan trabajadores con formación práctica y relacionada con el puesto, perfil que encaja perfectamente con los titulados en FP, ya que son los estudios más relacionados con las ocupaciones y el mercado de trabajo, y todos los ciclos de Formación Profesional , tanto de grado medio como de grado superior deben cursar el módulo de FCT (Formación en Centros de Trabajo), por lo que adquieren una experiencia práctica, realmente valiosa y adaptada a las exigencias del mercado laboral.
A parte de los motivos expuestos anteriormente, la propia crisis y la situación de gran parte de la sociedad, han provocado que se reactiven determinados puestos de trabajo, por ejemplo, los relacionados con la atención a colectivos en riesgo de exclusión social, cada vez más numerosos, personas mayores, niños o discapacitados, los cuales pueden cubrirse con distintos titulados de la Formación Profesional (técnico superior en educación infantil, auxiliar de enfermería, integración social...)
Además, en la actualidad se están poniendo en funcionamiento cada vez más modalidades para cursar estos estudios.
Así, a parte de la tradicional formación presencial, se ofrecen también otras modalidades, "a distancia", "online", "pruebas libres"… La carestía de los estudios universitarios y la baja tasa de empleo, entre otros factores, hacen de la Formación Profesional una vía alternativa para el avance profesional y el aumento del nivel de empleabilidad de las personas.
Por lo tanto, podemos concluir, que la Formación Profesional es una buena opción si queremos iniciar o continuar una formación, que aumente las probabilidades de inserción laboral.
Enviado por: asanz
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Interesante, Cambio de paradigma en el uso de la innovación - 13/07/2013 13:22:44

Cambio de paradigma en el uso de la innovación ()
Hoy en día todo el mundo parece hablar de la necesidad de innovar para salir de la crisis, ahora bien, me gustaría plantear una cuestión ¿no es en parte gracias a la innovación que nos encontramos en la situación de crisis actual?
Me explico, uno de los grandes retos al que nos enfrentamos hoy con la innovación es que, en la mayor parte de los casos, la innovación termina yendo en detrimento de los "puestos de trabajo" y, por lo tanto, de los compradores y del propio mercado, entendido éste como el número de personas con capacidad de compra; a menos puestos de trabajo, menos personas con capacidad de compra y menor compra por persona.
Es decir, "gracias" al uso que se ha hecho de la innovación, en vez de favorecer las condiciones de compra del mercado, ha terminado siendo un cáncer para éste y para las propias empresas. En vez de conllevar una mejora del mercado, ya sea en cantidad -más compradores disponibles- o en calidad -compras de mayor valor añadido y márgenes- lo que han hecho las empresas con la innovación es utilizarla para reducir puestos de trabajo, con la consiguiente repercusión que tiene en el mercado a corto, medio y largo plazo: las empresas en el corto plazo se ahorran costes de personal, lo que impacta en el paro y, en el medio y largo plazo, al llevar casi todas las empresas la misma dinámica, el mercado de compradores se va reduciendo progresivamente, puesto que no se crean puestos de trabajo con la misma rapidez con la que se destruyen.
La tecnología, la robótica, la informática, etc. han influido en la desaparición de muchos trabajos que no se han sustituido por otros. No se ha aprovechado el boom en ciertos sectores (ej.: la construcción) para invertir en otros que pudieran crear empleos que sustituyeran a los de éstos cuando llegan a su ciclo de vida de madurez/declive, de forma que hemos llegado a un punto en el que los sectores que más "mano de obra" "asumían" se han "hiper-saturado" al tiempo que, paradójicamente [*], han "destruído" otro "sector" que tradicionalmente también conlleva la contratación de mano de obra, pymes, imposibilitadas ante barreras de acceso a la inversión, teconología y/o "contactos" de competir con ellas ([*] "paradójicamente" porque muchas de estas pymes eran los clientes naturales de estas grandes empresas).
Así nos encontramos con que si no queremos reducir aún más drásticamente el mercado laboral, que a la postre somos quienes constituimos la base del mercado, de "compradores", hemos de comenzar a pensar en "innovar" en nuestro uso de la "innovación", cambiando el paradigma actual hacia otro que prime el aprovechamiento de las oportunidades que dicha innovación ofrece en beneficios 360º, es decir que conlleven una retroalimentación de todas las partes que conforman sociedad y mercado (empresa, colaboradores, proveedores, compradores, inversores, etc.).
¿Cómo? creo que para ello necesitamos reflexionar y respondernos a algunas cuestiones:
¿Es necesario trabajar 8h?
¿Sobran colaboradores o sobran horas de trabajo por colaborador y faltan colaboradores con otro tipo de competencias?
¿Hasta dónde queremos crecer?
¿Para qué? ¿para qué una empresa tipo Corte Inglés, Telefónica ... quiere seguir creciendo y más cuando dicho crecimiento suele implicar un endeudamiento con muy pocas probabilidades de recuperación con la situación actual y las perspectivas de crecimiento que tenemos?
¿Cuál es la finalidad?
Quizás vaya siendo hora de plantear que es necesario aplicar la innovación (entendida como nuevas formas de hacer o mejorar) a nivel de estrategia de inversores y de grandes empresas; revisar su "visión" y "misión" y replantearse qué tipo de sociedad desean y deseamos conformar:
¿para qué quieren más beneficios? ¿para asegurarse el futuro?
¿qué tipo de futuro están/estamos conformando con la estrategia actual?
¿qué tipo de futuro conformaríamos con un tipo de estrategia que favoreciera el consumo responsable? ¿igualdad? ¿riqueza para todos?
Si el tema son los beneficios, ya hemos visto ha donde nos ha traído la estrategia que ha primado en estos años, indiferenciada, basada en una alta rotación de ventas, compitiendo a precio y con márgenes cada vez más exiguos. ¿Por qué no probar la diferenciada, basada en calidad, alargando vida de productos/servicios, con una menor rotación en ventas pero con mayores márgenes? Ahora bien, para poder ir a esta estrategia hemos de pensar en que se han de mantener y/o mejorar la capacidad adquisitiva salarial para poder poder adecuar la capacidad adquisitiva del mercado a la renovación de la estrategia empresarial.
Si el tema es la productividad, deberíamos reflexionar sobre algunas preguntas ¿cuando somos más productivos? ¿cuándo nos tratan mal o cuando nos tratan bien? ¿necesitamos puestos de trabajo de 8h o más puestos de trabajo de 6h, por ejemplo? ¿qué hemos de hacer para ir hacia ese cambio y para hacerlo un proceso libre de crispaciones y convergente en esfuerzos?
Lo que está claro es que, con las perspectivas de cambio social y económico que tenemos en ciernes, inversores y empresas sólo sobrevirán a la crisis actual si comienzan a ayudar al mercado (de compradores) a seguir consumiendo y que dicho consumo sea de forma responsable y de crecimiento sostenible y, por la parte de trabajadores y sindicatos si comienzan a trabajar para incrementar la productividad y calidad de trabajo por mejores prácticas y políticas laborales y sindicales.
Enviado por: Acción Positiva
Fuente Artículo

Información: El caso del e-learning: ¿aprendizaje autotélico o exotélico? - 13/07/2013 12:44:18

El caso del e-learning: ¿aprendizaje autotélico o exotélico?
José Enebral Fernández
Tweet Unas veces seguimos cursos movidos, sobre todo, por la consecución del diploma o certificado acreditativo, y otras veces desplegamos un aprendizaje más autotélico, más orientado a la aplicación inmediata, para elevar la productividad en nuestro puesto de trabajo.
Hemos de constatar una tendencia "natural" a acumular títulos y diplomas, y quizá no tanto a aprender como un fin en sí mismo (aprendizaje autotélico). Se diría que nuestro aprendizaje resulta bastante exotélico tras un título en nuestra etapa curricular, y que debería ser más autotélico en nuestra vida profesional. Ya en el mundo laboral, tendríamos que seguir cursos no tanto para acumular certificados, como para realmente saber más y mejorar así, en lo cotidiano, nuestra productividad y competitividad individual. Todo esto parece discutible y deberé matizar mis formulaciones; lo haré, si el lector me acompaña en la reflexión.

Quizá buena parte de nosotros pasamos en nuestra juventud por la universidad para obtener el título, contando con que ya aprenderíamos en cada empresa aquello más específico que necesitáramos incorporar para el desempeño. Así fue en mi caso (electrónica industrial). En la universidad (primeros años 70) me enseñaron las válvulas de vacío, que ya estaban siendo sustituidas por los semiconductores (los estudié por mi cuenta, adolescente yo, de modo autotélico); pero luego empecé a trabajar en una empresa de telecomunicación y me familiaricé con los relés de los equipos de conmutación. Más tarde, los sistemas telefónicos electromecánicos se tornaron electrónicos y digitales, y por ahí seguí. No me daban ya títulos ni diplomas, pero aprendí bastante y he seguido aprendiendo (ya en otras materias más "blandas"), de modo habitualmente autodirigido y autotélico.

Deseo, sí, enfocar mis reflexiones y así lo comunico al lector sobre el denominado lifelong & lifewide learning, es decir, sobre el aprendizaje permanente que nos permite nutrir la productividad en el puesto de trabajo que ocupamos; y más concretamente, sobre la modalidad de e-learning: sobre los cursos on line que se nos ofrecen, en beneficio de nuestros conocimientos y habilidades. Mi punto de vista será lógicamente parcial (por incompleto, y quizá por interesado), pero puede alentar otras reflexiones oportunas en los lectores.

Efectivamente, nuestro trabajo cotidiano nos exige cada día nuevos conocimientos técnicos y no tan técnicos, y asimismo una mejora de nuestras habilidades, facultades, actitudes, hábitos, etc. Algunas de estas necesidades de formación y desarrollo profesional se abordan mediante productos y servicios de aprendizaje formal on line, a veces subvencionados con dineros públicos, aunque también hay empresas especialmente proactivas en la atención al aprendizaje permanente de sus profesionales, tanto en sala como en la modalidad de e-learning que estamos enfocando.

El e-learning corporativo (el de los trabajadores en las empresas) puede tener ya más de 20 años de edad, si lo relacionamos con los ordenadores personales; pero también hay quienes prefieren limitarlo a la etapa on line, que arrancó, más o menos, con el nuevo siglo. No nos ponemos de acuerdo a hablar de la "edad" del e-learning, aunque sí venimos a coincidir todos en la necesidad de mejorar la "calidad" del e-learning; o de la formación "virtual", que así se la denomina también a menudo, por ejemplo en la norma española UNE 66181, de AENOR.

Permítanme, como paréntesis, un comentario terminológico y tal vez innecesario. El aprendizaje no debería ser nunca "virtual" sino bien real, deseado, valioso, aplicable y sensiblemente enriquecedor del perfil personal y profesional. Sí que me parecía bien hablar de "campus virtuales" para referirnos a las plataformas LMS, pero no tanto el hablar de formación "virtual" (en cierto modo irreal, según el DRAE). Lo que sigue, no obstante, son reflexiones sobre el fondo del asunto y no tanto sobre las formas o etiquetas; son reflexiones a compartir con ustedes, por si suscitaran las suyas propias.



Aprendizaje autotélico, e-learning de calidad

Si nuestro aprendizaje fuera puramente exotélico en busca de un certificado que nutriera nuestro currículo o expediente, nos daríamos quizá por satisfechos con la consecución del diploma, y con las ventajas que nos generara su posesión. Entonces, salvo aplicación inmediata del nuevo conocimiento, podría aparecer el efecto Zeigarnik, que nos movería a olvidar inconscientemente lo aprendido, una vez concluida la "tarea" de obtener el título o certificado. Curioso lo del efecto Zeigarnik si lo analizamos detenidamente, tanto en lo referido al aprendizaje como a otras actividades profesionales.

Cuando he sido tutor en plataforma LMS en los últimos años, he tenido más mensajes de reclamación de los diplomas, o de registro del curso como "finalizado", que de dudas o aclaraciones sobre el contenido de las unidades didácticas. Esto es un hecho cierto del que se derivarían conclusiones, pero yo desearía enfocar aquí, sobre todo, el aprendizaje autotélico; el aprendizaje efectivo, satisfactorio, rápido, deseado, valioso, aplicable, enriquecedor; el aprender porque quiero saber más, para aplicarlo en mi trabajo cotidiano, o quizá en beneficio de mi desarrollo profesional general. Es en este caso, sobre todo, cuando cabe especialmente hablar de la "calidad" del programa formativo.

No estoy seguro de que estemos avanzando hacia un e-learning de calidad-efectividad, en toda la medida y con toda la rapidez deseables; pero la inquietud existe, o parece existir. Desde luego, se organizan jornadas para hablar del tema. En una jornada reciente sobre la calidad del e-learning y sin ánimo de controversia, yo recordaba que el conocimiento venía de la información ofrecida y no tanto de la tecnología que le daba soporte, resultando empero ésta (la tecnología) necesaria, valiosa, incuestionable.

No me extendí en ello, pero creo que el usuario observa y escucha lo que llega por su televisor, observa y escucha lo que le llega por su ordenador, observa y escucha lo que sucede a su alrededor, y, desde luego, observa y escucha lo que sucede en un aula, al seguir un curso en presencia. Y se queda, creo yo, con lo que observa y escucha, venga de donde venga, en la medida en que le interese, y quizá no especialmente porque venga de la pantalla de su PC.

Incluso comenté en mi ponencia el caso de usuarios de cursos on line que, según he sabido, hacen una pasada rápida por la pantalla de su PC, para luego descargarse los archivos pdf y estudiarlos con más detenimiento (si preciso fuera). A mí esta práctica no me parecería ya propiamente e-learning, se estudie luego en papel o en pantalla, y me hace reflexionar. Temo que los usuarios que hagan esto hayan llegado tal vez a la conclusión de que la interactividad, la animación, o la carga multimedia del ordenador no está añadiendo, en realidad, tanto valor didáctico (un cierto coste, pero quizá no tanto valor).

Desde luego, lo importante es que haya auténtico learning, estudiemos en pantalla, estudiemos en papel, o escuchemos a alguien; y que el aprendizaje sea valioso y aplicable, aunque no sea propiamente electronic learning. Pero yo defendía en aquella jornada un e-learning de calidad porque, si programamos bien (recordemos la enseñanza programada de Skinner, etc.) la información multimedia a ofrecer, podemos generar un aprendizaje más rápido, más efectivo y más cómodo, a muchas personas a la vez, tanto en determinados conocimientos como en determinadas habilidades.

Sin embargo vuelvo ahora a lo de la información como origen del conocimiento, no me sorprendió demasiado que el ponente que me siguió en la mesa dijera luego repetidamente que él no estaba de acuerdo; que él no creía que el conocimiento viniera de la información. Yo no dije ni pío: aguanté con cierto estoicismo ante una audiencia de más de cien personas. A mí me correspondía formular mi punto de vista, como a los otros ponentes los suyos, como a la audiencia elaborar sus propias síntesis; por otra parte, estoy convencido de que estábamos dando diferentes significados al concepto de información.

Para mí, "información" sería todo lo que llega al cerebro a través de los sentidos, y que el docente prevé en su storyboard, al abordar el diseño instruccional de un curso digital. Pero es verdad que esta información resulta a menudo ligeramente (o no tan ligeramente) modificada en el proceso de digitalización, ya en manos de los técnicos de producción, y quizá con el deseo de introducir riqueza multimedia o interactividad. En esta modificación y pensando sólo en la facilitación del aprendizaje, podría ocurrir que la tecnología añadiera sensible valor, o sobre todo coste.

Tengo experiencias diversas y siempre relato el ejemplo de la escalera de inferencias de Argyris, aunque utilizo como analogía la torre Eiffel para explicarme mejor. Imaginen que el docente desea mostrar la torre Eiffel, pero los técnicos de producción quieren hacer aquello más interactivo, y sólo muestran al usuario aprendedor una porción de la torre a cambio de cada clic. El usuario genera siete clics para ver cada séptima parte de la torre, pero nunca la ve completa. ¿Ha ganado el curso en calidad? ¿Qué entendemos por un e-learning de calidad? ¿Qué entendemos por interactividad? Quizá son preguntas… sin resolver.

Una colega del sector me comentó me cuesta creerlo, pero la creo que ella había preparado, en su storyboard, un esquema sobre "las cinco fuerzas de Porter", y que luego, en el diseño gráfico, la propusieron dejarlas reducidas a tres (quizá por la estética de la figura, pero no recuerdo más detalles): habrían sido "las tres fuerzas de Porter", y no sé cómo le habría sentado a Michael Porter. Pero también recuerdo ahora un caso en que el autor del guion dispuso una información secuencial, y el programador decidió (por su cuenta) presentar la información en forma de menú, para que el usuario eligiera el orden del estudio.

Esto del menú estaba bien, pero el programador no dispuso la vuelta al menú principal, y el usuario debía salir del curso y volver entrar, para seguir las otras ramas (opciones); por lo que me cuentan, aún no se ha corregido y el usuario, cuando llega al final, da por concluida la lección y no vuelve a entrar. Me pregunto si acertamos o erramos al permitir que los no docentes, ajenos al tema de cada curso, desplieguen sus iniciativas y alteren los guiones instruccionales. ¿Ha contribuido a la calidad de los cursos, en su caso, esta autonomía de los tecnólogos de producción? ¿Debe imperar siempre en la enseñanza el criterio de los docentes, o no tanto cuando de e-learning se trate? Quizá son más preguntas… sin resolver.



En busca de respuestas

En aquella jornada de que les hablaba, se hizo obviamente referencia a la norma UNE 66181 de AENOR, que sin duda orienta el esfuerzo, aunque lo hace en una dirección muy específica: el empleo. Bienvenida sea la formación para la consecución del empleo, y sea bienvenida aunque el paro no se deba siempre a la falta de formación de los aspirantes a puestos de trabajo. La norma de AENOR para la calidad de la formación virtual lo dice ya en la página 4 apunta a la formación no reglada que se orienta a la consecución de un puesto de trabajo; apunta, sí, al aprendizaje de los trabajadores desocupados, o de los ocupados que aspiran a mejor puesto. Éste viene a ser el campo de aplicación de la norma, según se especifica textualmente.

Al parecer, queda fuera de la norma el denominado lifelong & lifewide e-learning, entendido como parte de la formación continua precisa en nuestro puesto de trabajo (el que ya ocupamos), en beneficio de nuestra productividad y competitividad individual. Queda fuera, pero se trata de un inexcusable aprendizaje al que adherirnos, precisamente para mantener el puesto de trabajo. Se pensará que la norma podía haber sido más ambiciosa, pero el empleo es sin duda prioritario en la sociedad y especialmente ahora. AENOR habrá tenido sus razones para limitar el campo de aplicación, y enfocar así la necesidad más acuciante, y los indicadores quizá más apropiados.

Recordemos aquí que, aparte de pedir a los proveedores que proporcionen siempre la necesaria inexcusable información sobre los productos y servicios que ofrecen, la norma UNE 66181 despliega tres indicadores:

· Mejora de la empleabilidad
· Facilidad de asimilación
· Accesibilidad

Hay que recordar aquí que es la propia empresa creadora de los cursos la que sanciona estos parámetros de calidad, al margen de la satisfacción de los usuarios ante cada caso concreto; y que, lógicamente, la satisfacción de éstos pasaría, sobre todo, por la consecución del puesto de trabajo que se persigue, lo que podría depender también de otros factores.

He visto en Internet que alguna consultora, en su lectura de la norma, ha sustituido ya "empleabilidad" por "aplicabilidad", pero no me parece lo mismo. Las habilidades o conocimientos adquiridos (nuevos procedimientos, nuevas tecnologías, nuevas herramientas, nuevas funciones…) podrían ser de aplicación en el puesto de trabajo que se ocupa y sin expectativa de promoción, pero la norma no se refiere a eso, sino a la consecución de un nuevo puesto de trabajo.

Dice la norma: "La empleabilidad es la capacidad para integrarse en el mercado laboral o mejorar la condición-posición existente". Si el campo de aplicación fuera más abierto, podríamos quizá decir que un curso es bueno si genera aprendizaje valioso y aplicable, de modo rápido, efectivo, cómodo…; pero si el campo de aplicación es la formación para el acceso a un puesto de trabajo, entonces el curso es "bueno", sobre todo, si se orienta debidamente a las exigencias del puesto objetivo, y sería "malo" (valga la simplificación), si no lo hiciera.

En verdad, las exigencias de calidad pueden ser muy distintas en la formación para acceder a un puesto de trabajo, y en la formación, quizá más autotélica, para mantener o consolidar el puesto que se ocupa. E incluso las exigencias pueden ser asimismo distintas para un tipo de contenido formativo y para otro tipo. E incluso para un tipo de usuario (trabajador de perfil técnico, industrial, etc.) y para otro (pensemos en un directivo o empresario, también). De modo que habremos de evitar los productores de cursos el error de generalizar esta norma fuera de su campo de aplicación. También puede haber, por ejemplo, un e-learning para empresarios y ejecutivos, es decir, para los empleadores, y no sólo para los empleados (o futuros empleados) a que parece referirse la normativa.

A decir verdad, cuando, en la trayectoria profesional, unas personas desean aprender algo específico, y alguien puede enseñarlo, entonces quizá los criterios de calidad de la formación (virtual o no, pero virtuosa) correspondiente deberían emerger de los propios discentes y docentes. La calidad habría de vincularse tal vez con la satisfacción de expectativas de los aprendedores, y con el rigor e idoneidad de los conocimientos transmitidos por quienes, siendo expertos en el tema, cuentan con habilidades didácticas.

Si yo, joven ingeniero, deseo situarme on line y saber más sobre las tecnologías de superconductividad asociadas a los trenes de levitación, o saber más sobre el silicio negro y la energía solar, entonces buscaré una información didáctica que me lo haga saber de modo rápido, efectivo y cómodo, sin necesidad de desplegar muchos más clics de los necesarios, sin riesgo de hacer aprendizajes falsos, sin pérdidas de tiempo. Y si deseo saber qué elementos comunes se dieron en la gestación de productos innovadores en mi sector, en las últimas décadas, también querré saberlo de modo rápido, cómodo y seguro.

Hace días leíamos en Expansión & Empleo, en un texto de Quique Rodríguez (Aefol se ha hecho eco en su web) sobre un oportuno estudio del Grupo Cegos, lo que cabía barruntar: que la subvención de la formación ha generado una rebaja en las expectativas de calidad de los cursos, y que este hecho se viene haciendo más visible en el campo del e-learning. Mario Stofenmacher nos recuerda también que, en la práctica, se subvenciona la cantidad de formación on line (las duraciones de los cursos podrían estar estimándose por lo alto) y no tanto la calidad. Nosotros añadiríamos que quizá, en algún caso y como consecuencia del "sistema", los usuarios de la formación podrían estar tan interesados en el diploma como en el aprendizaje, si no más (como lo estaba yo en la universidad). Son reflexiones a desplegar.

Las propias exigencias de interactividad de la información deben ser seguramente diferentes según el perfil de usuarios, incluso sin acudir al extremo de comparar niños y adultos. Un determinado contenido puede requerir una dosis y tipo de interactividad (tal vez con uso de simuladores), y otro contenido podría demandar… Sí, detengámonos en el tema de la interactividad, que también es abordado en la norma (dentro de la facilidad de asimilación), y sobre el que podemos desplegar reflexiones quizá oportunas.



Sobre la interactividad

En la formación presencial, el diálogo síncrono docente-discente resulta altamente enriquecedor, y tal vez esta riqueza se persigue en los cursos digitales mediante la denominada interactividad: el usuario se comunica con el sistema, visto éste como un "profesor muy particular". Sin embargo, podríamos estar confundiendo a veces el grado de interactividad con el número de clics a que obligamos al usuario, para acceder a la información ofrecida.

Hay, sí, una interactividad relevante y necesaria, dotada de propósito, que contribuye al valor del producto y no sólo a su coste; es la interactividad generativa que nos recuerda a la comunicación del alumno con su profesor; es la interactividad de fondo, orientada al aprendizaje, que propone el docente guionista del curso para asegurar el progreso. Pero hay otra interactividad distinta, más funcional, mecánica, como de pasar páginas en un libro, que no podemos considerar generativa; que no apunta tanto al fondo como a la forma del curso. No cabe desestimarla, pero tampoco confundirla con la interactividad de fondo.

Entre ambas interactividades hay puntos intermedios, pero, en beneficio de la efectividad perseguida, no deberíamos hablar de una única interactividad como tampoco de un único e-learning. De hecho, hay mucho más que decir de la interactividad, que quizá alcanza su mejor expresión, tal como señala la norma española de AENOR, en el diseño de simuladores cuando el tipo de curso lo requiere.

Hay una cosa que me ha sorprendido en esta norma, y es que parece fundir la interactividad con la carga multimedia: quizá yo lo haya interpretado erróneamente, a mi manera. Aunque parezcan ir de la mano, me parece que un curso podría estar dotándose de carga multimedia sin resultar muy interactivo, y asimismo resultar muy interactivo, sin dotarse de audiovisuales; pero opine y reflexione el lector, que todos tenemos nuestros puntos de vista y podemos estar acertados o equivocados.

A estas reflexiones puedo añadir algo relacionado con los formatos de interactividad (y de combinación multimedia) que las herramientas de autor nos ofrecen a los diseñadores de cursos. En mi opinión, lo mejor sería, sí, que los docentes nos dotáramos de herramientas para la producción de cursos, de modo que nadie ajeno al contenido nos cambie a tres, las cinco fuerzas de Porter, ni nos trocee la escalera de inferencias de Argyris, ni nos ponga ejemplos que nosotros no hemos puesto, ni nos desvirtúe esquemas que nosotros hemos diseñado con esmero...

He tenido la sensación de que estos formatos de interactividad de las herramientas de autor habían sido creados en función de las posibilidades de la tecnología, y no tanto de las necesidades del lifelong e-learning, pero parece algo lógico, y el hecho es que todos celebramos decididamente el avance tecnológico. Desde luego, como hay decenas y decenas de formatos en estas herramientas, uno puede elegir lo más apropiado a cada curso, a cada colectivo destinatario, etc. Aquí constataría yo que se ofrecen los dos tipos de interactividad de que les hablaba (la de diálogo, y la más mecánica de ofrecer información-animación a cambio de clics).

Me gustaría insistir, casi en digresión, en que una cosa son las posibilidades de la tecnología y otra cosa es su idoneidad para un uso determinado. A veces no son los propios tecnólogos los que encuentran el mejor uso de las posibilidades que despliegan. Los desarrolladores americanos de la tecnología del fax (cuando las redes telefónicas se digitalizaban, allá por los años 70) no parecieron pensar que habían descubierto nada muy rentable para sus empresas: parecía un complemento económicamente poco atractivo para el terminal telefónico. Sin embargo, las compañías japonesas vieron el fax como una alternativa interesante para el correo ordinario, justamente cuando crecían los servicios de mensajería; de modo que inundaron el mercado de terminales, también en EEUU.

Hago esta reflexión porque hablamos, desde hace tiempo y por ejemplo, de los mundos virtuales dentro del sector de e-learning, y no estoy seguro de que sepamos todavía bien qué hacer con ellos en este campo del aprendizaje; si esperamos, nos lo dirán tal vez los japoneses. Habrá otras opiniones, pero yo diría que, en el aprendizaje preciso y autotelico, la tecnología debería facilitar las cosas, y no distraer, dispersar, deslumbrar, etc. Hagamos el mejor uso de la tecnología (pero yo insistiría en que el conocimiento viene de la información, y no de su soporte).



Comentarios finales

Deseo llamar la atención de todos sobre el lifelong & lifewide learning y la opción específica del e-learning, y asimismo sobre el hecho de que esta necesidad nos apunta a todos: a trabajadores, directivos y empresarios, especialmente en la emergente economía del saber y el innovar. En este amplio terreno habríamos de esperar una mejora de la calidad de los programas ofrecidos, en sintonía con una mayor dosis de autotelia en el aprendizaje. Debemos seguir los cursos para aprender más, y aprender para aplicar lo aprendido; por lo tanto, para:

Disponer de más conocimientos en nuestro acervo.
Desarrollar facultades y fortalezas acordes con las necesidades que aparecen.
Desplegar mejores y más oportunas inferencias y decisiones.
Relacionarnos de modo más efectivo con los demás y con nosotros mismos.
Percibir mejor las realidades y tendencias de nuestro entorno económico.
Mejorar la sintonía con los clientes y usuarios correspondientes a nuestro trabajo.
Mejorar nuestra productividad y competitividad individuales.

Los profesionales técnicos han de aprender, porque los campos del saber se extienden de modo continuo; y los gestores han de aprender, porque nuevas formas y exigencias de gestión aparecen también con frecuencia. Todo ello sin que medie necesariamente promoción o cambio de puesto de trabajo: tan sólo para mantener y mejorar las cotas de productividad y competitividad, en lo individual y lo colectivo. El aprendizaje permanente forma parte de nuestro trabajo, como también forma parte de nuestro trabajo el innovar. Si me permiten decirlo así, innovar no es un suceso, sino un proceso; aprender no es un suceso, sino un proceso.

Un diploma pierde parte de su significado con el tiempo, y creo que mi título de ingeniero no tiene gran significado hoy, en cuando a conocimientos atesorados. Aunque yo era muy joven e inexperto, salí de aquella Escuela de Ingeniería en los años 70 diciendo que había aprendido a aprobar exámenes (de hecho, lo aprobaba todo en junio). No sabía yo empero lo mucho que me quedaba por aprender (y quizá por eso tampoco lo aprendí después…).

A un curso digital on line, yo le pediría que me procurara un aprendizaje rápido, efectivo y cómodo; y que se mantuviera actualizado en su contenido. Valoro el seguimiento tutelar, pero no tanto para aclarar dudas (un buen diseño no debería dejar muchas), como para asegurar el acierto de mis inferencias al integrar en mi acervo los nuevos conocimientos y habilidades. Ya se sabe que nuestro conocimiento se compone de lo que hemos aprendido y de las deducciones que sobre lo aprendido desplegamos: un tutor (no del tipo "tutor-gestor del curso", sino del tipo "tutor-docente") puede ayudarnos a asegurar las inferencias más inmediatas.

Ya saben: al hablar de la calidad del e-learning podemos mirar hacia otro lado y marear la perdiz; pero también podemos cuestionar las creencias y postulados, y aun la génesis y el funcionamiento de las empresas productoras. En general, para la mejora y la innovación, con frecuencia hemos de cuestionarnos creencias arraigadas, inveteradas. Dije hace años que el e-learning batía mucho las alas pero no echaba a volar, y temo que, como observador, podría repetirlo ahora. Gracias por su atención, pero no olviden formular siempre sus propias reflexiones, sus propias interpretaciones, sus propias asignaciones de significado a los significantes; no den por buenas las mías.


Contenido enviado por: Nanfor Ibérica
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Información: Cambio de paradigma en el uso de la innovación - 30/06/2013 21:17:11

Cambio de paradigma en el uso de la innovación ()
Hoy en día todo el mundo parece hablar de la necesidad de innovar para salir de la crisis, ahora bien, me gustaría plantear una cuestión ¿no es en parte gracias a la innovación que nos encontramos en la situación de crisis actual?
Me explico, uno de los grandes retos al que nos enfrentamos hoy con la innovación es que, en la mayor parte de los casos, la innovación termina yendo en detrimento de los "puestos de trabajo" y, por lo tanto, de los compradores y del propio mercado, entendido éste como el número de personas con capacidad de compra; a menos puestos de trabajo, menos personas con capacidad de compra y menor compra por persona.
Es decir, "gracias" al uso que se ha hecho de la innovación, en vez de favorecer las condiciones de compra del mercado, ha terminado siendo un cáncer para éste y para las propias empresas. En vez de conllevar una mejora del mercado, ya sea en cantidad -más compradores disponibles- o en calidad -compras de mayor valor añadido y márgenes- lo que han hecho las empresas con la innovación es utilizarla para reducir puestos de trabajo, con la consiguiente repercusión que tiene en el mercado a corto, medio y largo plazo: las empresas en el corto plazo se ahorran costes de personal, lo que impacta en el paro y, en el medio y largo plazo, al llevar casi todas las empresas la misma dinámica, el mercado de compradores se va reduciendo progresivamente, puesto que no se crean puestos de trabajo con la misma rapidez con la que se destruyen.
La tecnología, la robótica, la informática, etc. han influido en la desaparición de muchos trabajos que no se han sustituido por otros. No se ha aprovechado el boom en ciertos sectores (ej.: la construcción) para invertir en otros que pudieran crear empleos que sustituyeran a los de éstos cuando llegan a su ciclo de vida de madurez/declive, de forma que hemos llegado a un punto en el que los sectores que más "mano de obra" "asumían" se han "hiper-saturado" al tiempo que, paradójicamente [*], han "destruído" otro "sector" que tradicionalmente también conlleva la contratación de mano de obra, pymes, imposibilitadas ante barreras de acceso a la inversión, teconología y/o "contactos" de competir con ellas ([*] "paradójicamente" porque muchas de estas pymes eran los clientes naturales de estas grandes empresas).
Así nos encontramos con que si no queremos reducir aún más drásticamente el mercado laboral, que a la postre somos quienes constituimos la base del mercado, de "compradores", hemos de comenzar a pensar en "innovar" en nuestro uso de la "innovación", cambiando el paradigma actual hacia otro que prime el aprovechamiento de las oportunidades que dicha innovación ofrece en beneficios 360º, es decir que conlleven una retroalimentación de todas las partes que conforman sociedad y mercado (empresa, colaboradores, proveedores, compradores, inversores, etc.).
¿Cómo? creo que para ello necesitamos reflexionar y respondernos a algunas cuestiones:
¿Es necesario trabajar 8h?
¿Sobran colaboradores o sobran horas de trabajo por colaborador y faltan colaboradores con otro tipo de competencias?
¿Hasta dónde queremos crecer?
¿Para qué? ¿para qué una empresa tipo Corte Inglés, Telefónica ... quiere seguir creciendo y más cuando dicho crecimiento suele implicar un endeudamiento con muy pocas probabilidades de recuperación con la situación actual y las perspectivas de crecimiento que tenemos?
¿Cuál es la finalidad?
Quizás vaya siendo hora de plantear que es necesario aplicar la innovación (entendida como nuevas formas de hacer o mejorar) a nivel de estrategia de inversores y de grandes empresas; revisar su "visión" y "misión" y replantearse qué tipo de sociedad desean y deseamos conformar:
¿para qué quieren más beneficios? ¿para asegurarse el futuro?
¿qué tipo de futuro están/estamos conformando con la estrategia actual?
¿qué tipo de futuro conformaríamos con un tipo de estrategia que favoreciera el consumo responsable? ¿igualdad? ¿riqueza para todos?
Si el tema son los beneficios, ya hemos visto ha donde nos ha traído la estrategia que ha primado en estos años, indiferenciada, basada en una alta rotación de ventas, compitiendo a precio y con márgenes cada vez más exiguos. ¿Por qué no probar la diferenciada, basada en calidad, alargando vida de productos/servicios, con una menor rotación en ventas pero con mayores márgenes? Ahora bien, para poder ir a esta estrategia hemos de pensar en que se han de mantener y/o mejorar la capacidad adquisitiva salarial para poder poder adecuar la capacidad adquisitiva del mercado a la renovación de la estrategia empresarial.
Si el tema es la productividad, deberíamos reflexionar sobre algunas preguntas ¿cuando somos más productivos? ¿cuándo nos tratan mal o cuando nos tratan bien? ¿necesitamos puestos de trabajo de 8h o más puestos de trabajo de 6h, por ejemplo? ¿qué hemos de hacer para ir hacia ese cambio y para hacerlo un proceso libre de crispaciones y convergente en esfuerzos?
Lo que está claro es que, con las perspectivas de cambio social y económico que tenemos en ciernes, inversores y empresas sólo sobrevirán a la crisis actual si comienzan a ayudar al mercado (de compradores) a seguir consumiendo y que dicho consumo sea de forma responsable y de crecimiento sostenible y, por la parte de trabajadores y sindicatos si comienzan a trabajar para incrementar la productividad y calidad de trabajo por mejores prácticas y políticas laborales y sindicales.
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Es Noticia, El caso del e-learning: ¿aprendizaje autotélico o exotélico? - 30/06/2013 20:38:53

El caso del e-learning: ¿aprendizaje autotélico o exotélico?
José Enebral Fernández
Tweet Unas veces seguimos cursos movidos, sobre todo, por la consecución del diploma o certificado acreditativo, y otras veces desplegamos un aprendizaje más autotélico, más orientado a la aplicación inmediata, para elevar la productividad en nuestro puesto de trabajo.
Hemos de constatar una tendencia "natural" a acumular títulos y diplomas, y quizá no tanto a aprender como un fin en sí mismo (aprendizaje autotélico). Se diría que nuestro aprendizaje resulta bastante exotélico tras un título en nuestra etapa curricular, y que debería ser más autotélico en nuestra vida profesional. Ya en el mundo laboral, tendríamos que seguir cursos no tanto para acumular certificados, como para realmente saber más y mejorar así, en lo cotidiano, nuestra productividad y competitividad individual. Todo esto parece discutible y deberé matizar mis formulaciones; lo haré, si el lector me acompaña en la reflexión.

Quizá buena parte de nosotros pasamos en nuestra juventud por la universidad para obtener el título, contando con que ya aprenderíamos en cada empresa aquello más específico que necesitáramos incorporar para el desempeño. Así fue en mi caso (electrónica industrial). En la universidad (primeros años 70) me enseñaron las válvulas de vacío, que ya estaban siendo sustituidas por los semiconductores (los estudié por mi cuenta, adolescente yo, de modo autotélico); pero luego empecé a trabajar en una empresa de telecomunicación y me familiaricé con los relés de los equipos de conmutación. Más tarde, los sistemas telefónicos electromecánicos se tornaron electrónicos y digitales, y por ahí seguí. No me daban ya títulos ni diplomas, pero aprendí bastante y he seguido aprendiendo (ya en otras materias más "blandas"), de modo habitualmente autodirigido y autotélico.

Deseo, sí, enfocar mis reflexiones y así lo comunico al lector sobre el denominado lifelong & lifewide learning, es decir, sobre el aprendizaje permanente que nos permite nutrir la productividad en el puesto de trabajo que ocupamos; y más concretamente, sobre la modalidad de e-learning: sobre los cursos on line que se nos ofrecen, en beneficio de nuestros conocimientos y habilidades. Mi punto de vista será lógicamente parcial (por incompleto, y quizá por interesado), pero puede alentar otras reflexiones oportunas en los lectores.

Efectivamente, nuestro trabajo cotidiano nos exige cada día nuevos conocimientos técnicos y no tan técnicos, y asimismo una mejora de nuestras habilidades, facultades, actitudes, hábitos, etc. Algunas de estas necesidades de formación y desarrollo profesional se abordan mediante productos y servicios de aprendizaje formal on line, a veces subvencionados con dineros públicos, aunque también hay empresas especialmente proactivas en la atención al aprendizaje permanente de sus profesionales, tanto en sala como en la modalidad de e-learning que estamos enfocando.

El e-learning corporativo (el de los trabajadores en las empresas) puede tener ya más de 20 años de edad, si lo relacionamos con los ordenadores personales; pero también hay quienes prefieren limitarlo a la etapa on line, que arrancó, más o menos, con el nuevo siglo. No nos ponemos de acuerdo a hablar de la "edad" del e-learning, aunque sí venimos a coincidir todos en la necesidad de mejorar la "calidad" del e-learning; o de la formación "virtual", que así se la denomina también a menudo, por ejemplo en la norma española UNE 66181, de AENOR.

Permítanme, como paréntesis, un comentario terminológico y tal vez innecesario. El aprendizaje no debería ser nunca "virtual" sino bien real, deseado, valioso, aplicable y sensiblemente enriquecedor del perfil personal y profesional. Sí que me parecía bien hablar de "campus virtuales" para referirnos a las plataformas LMS, pero no tanto el hablar de formación "virtual" (en cierto modo irreal, según el DRAE). Lo que sigue, no obstante, son reflexiones sobre el fondo del asunto y no tanto sobre las formas o etiquetas; son reflexiones a compartir con ustedes, por si suscitaran las suyas propias.



Aprendizaje autotélico, e-learning de calidad

Si nuestro aprendizaje fuera puramente exotélico en busca de un certificado que nutriera nuestro currículo o expediente, nos daríamos quizá por satisfechos con la consecución del diploma, y con las ventajas que nos generara su posesión. Entonces, salvo aplicación inmediata del nuevo conocimiento, podría aparecer el efecto Zeigarnik, que nos movería a olvidar inconscientemente lo aprendido, una vez concluida la "tarea" de obtener el título o certificado. Curioso lo del efecto Zeigarnik si lo analizamos detenidamente, tanto en lo referido al aprendizaje como a otras actividades profesionales.

Cuando he sido tutor en plataforma LMS en los últimos años, he tenido más mensajes de reclamación de los diplomas, o de registro del curso como "finalizado", que de dudas o aclaraciones sobre el contenido de las unidades didácticas. Esto es un hecho cierto del que se derivarían conclusiones, pero yo desearía enfocar aquí, sobre todo, el aprendizaje autotélico; el aprendizaje efectivo, satisfactorio, rápido, deseado, valioso, aplicable, enriquecedor; el aprender porque quiero saber más, para aplicarlo en mi trabajo cotidiano, o quizá en beneficio de mi desarrollo profesional general. Es en este caso, sobre todo, cuando cabe especialmente hablar de la "calidad" del programa formativo.

No estoy seguro de que estemos avanzando hacia un e-learning de calidad-efectividad, en toda la medida y con toda la rapidez deseables; pero la inquietud existe, o parece existir. Desde luego, se organizan jornadas para hablar del tema. En una jornada reciente sobre la calidad del e-learning y sin ánimo de controversia, yo recordaba que el conocimiento venía de la información ofrecida y no tanto de la tecnología que le daba soporte, resultando empero ésta (la tecnología) necesaria, valiosa, incuestionable.

No me extendí en ello, pero creo que el usuario observa y escucha lo que llega por su televisor, observa y escucha lo que le llega por su ordenador, observa y escucha lo que sucede a su alrededor, y, desde luego, observa y escucha lo que sucede en un aula, al seguir un curso en presencia. Y se queda, creo yo, con lo que observa y escucha, venga de donde venga, en la medida en que le interese, y quizá no especialmente porque venga de la pantalla de su PC.

Incluso comenté en mi ponencia el caso de usuarios de cursos on line que, según he sabido, hacen una pasada rápida por la pantalla de su PC, para luego descargarse los archivos pdf y estudiarlos con más detenimiento (si preciso fuera). A mí esta práctica no me parecería ya propiamente e-learning, se estudie luego en papel o en pantalla, y me hace reflexionar. Temo que los usuarios que hagan esto hayan llegado tal vez a la conclusión de que la interactividad, la animación, o la carga multimedia del ordenador no está añadiendo, en realidad, tanto valor didáctico (un cierto coste, pero quizá no tanto valor).

Desde luego, lo importante es que haya auténtico learning, estudiemos en pantalla, estudiemos en papel, o escuchemos a alguien; y que el aprendizaje sea valioso y aplicable, aunque no sea propiamente electronic learning. Pero yo defendía en aquella jornada un e-learning de calidad porque, si programamos bien (recordemos la enseñanza programada de Skinner, etc.) la información multimedia a ofrecer, podemos generar un aprendizaje más rápido, más efectivo y más cómodo, a muchas personas a la vez, tanto en determinados conocimientos como en determinadas habilidades.

Sin embargo vuelvo ahora a lo de la información como origen del conocimiento, no me sorprendió demasiado que el ponente que me siguió en la mesa dijera luego repetidamente que él no estaba de acuerdo; que él no creía que el conocimiento viniera de la información. Yo no dije ni pío: aguanté con cierto estoicismo ante una audiencia de más de cien personas. A mí me correspondía formular mi punto de vista, como a los otros ponentes los suyos, como a la audiencia elaborar sus propias síntesis; por otra parte, estoy convencido de que estábamos dando diferentes significados al concepto de información.

Para mí, "información" sería todo lo que llega al cerebro a través de los sentidos, y que el docente prevé en su storyboard, al abordar el diseño instruccional de un curso digital. Pero es verdad que esta información resulta a menudo ligeramente (o no tan ligeramente) modificada en el proceso de digitalización, ya en manos de los técnicos de producción, y quizá con el deseo de introducir riqueza multimedia o interactividad. En esta modificación y pensando sólo en la facilitación del aprendizaje, podría ocurrir que la tecnología añadiera sensible valor, o sobre todo coste.

Tengo experiencias diversas y siempre relato el ejemplo de la escalera de inferencias de Argyris, aunque utilizo como analogía la torre Eiffel para explicarme mejor. Imaginen que el docente desea mostrar la torre Eiffel, pero los técnicos de producción quieren hacer aquello más interactivo, y sólo muestran al usuario aprendedor una porción de la torre a cambio de cada clic. El usuario genera siete clics para ver cada séptima parte de la torre, pero nunca la ve completa. ¿Ha ganado el curso en calidad? ¿Qué entendemos por un e-learning de calidad? ¿Qué entendemos por interactividad? Quizá son preguntas… sin resolver.

Una colega del sector me comentó me cuesta creerlo, pero la creo que ella había preparado, en su storyboard, un esquema sobre "las cinco fuerzas de Porter", y que luego, en el diseño gráfico, la propusieron dejarlas reducidas a tres (quizá por la estética de la figura, pero no recuerdo más detalles): habrían sido "las tres fuerzas de Porter", y no sé cómo le habría sentado a Michael Porter. Pero también recuerdo ahora un caso en que el autor del guion dispuso una información secuencial, y el programador decidió (por su cuenta) presentar la información en forma de menú, para que el usuario eligiera el orden del estudio.

Esto del menú estaba bien, pero el programador no dispuso la vuelta al menú principal, y el usuario debía salir del curso y volver entrar, para seguir las otras ramas (opciones); por lo que me cuentan, aún no se ha corregido y el usuario, cuando llega al final, da por concluida la lección y no vuelve a entrar. Me pregunto si acertamos o erramos al permitir que los no docentes, ajenos al tema de cada curso, desplieguen sus iniciativas y alteren los guiones instruccionales. ¿Ha contribuido a la calidad de los cursos, en su caso, esta autonomía de los tecnólogos de producción? ¿Debe imperar siempre en la enseñanza el criterio de los docentes, o no tanto cuando de e-learning se trate? Quizá son más preguntas… sin resolver.



En busca de respuestas

En aquella jornada de que les hablaba, se hizo obviamente referencia a la norma UNE 66181 de AENOR, que sin duda orienta el esfuerzo, aunque lo hace en una dirección muy específica: el empleo. Bienvenida sea la formación para la consecución del empleo, y sea bienvenida aunque el paro no se deba siempre a la falta de formación de los aspirantes a puestos de trabajo. La norma de AENOR para la calidad de la formación virtual lo dice ya en la página 4 apunta a la formación no reglada que se orienta a la consecución de un puesto de trabajo; apunta, sí, al aprendizaje de los trabajadores desocupados, o de los ocupados que aspiran a mejor puesto. Éste viene a ser el campo de aplicación de la norma, según se especifica textualmente.

Al parecer, queda fuera de la norma el denominado lifelong & lifewide e-learning, entendido como parte de la formación continua precisa en nuestro puesto de trabajo (el que ya ocupamos), en beneficio de nuestra productividad y competitividad individual. Queda fuera, pero se trata de un inexcusable aprendizaje al que adherirnos, precisamente para mantener el puesto de trabajo. Se pensará que la norma podía haber sido más ambiciosa, pero el empleo es sin duda prioritario en la sociedad y especialmente ahora. AENOR habrá tenido sus razones para limitar el campo de aplicación, y enfocar así la necesidad más acuciante, y los indicadores quizá más apropiados.

Recordemos aquí que, aparte de pedir a los proveedores que proporcionen siempre la necesaria inexcusable información sobre los productos y servicios que ofrecen, la norma UNE 66181 despliega tres indicadores:

· Mejora de la empleabilidad
· Facilidad de asimilación
· Accesibilidad

Hay que recordar aquí que es la propia empresa creadora de los cursos la que sanciona estos parámetros de calidad, al margen de la satisfacción de los usuarios ante cada caso concreto; y que, lógicamente, la satisfacción de éstos pasaría, sobre todo, por la consecución del puesto de trabajo que se persigue, lo que podría depender también de otros factores.

He visto en Internet que alguna consultora, en su lectura de la norma, ha sustituido ya "empleabilidad" por "aplicabilidad", pero no me parece lo mismo. Las habilidades o conocimientos adquiridos (nuevos procedimientos, nuevas tecnologías, nuevas herramientas, nuevas funciones…) podrían ser de aplicación en el puesto de trabajo que se ocupa y sin expectativa de promoción, pero la norma no se refiere a eso, sino a la consecución de un nuevo puesto de trabajo.

Dice la norma: "La empleabilidad es la capacidad para integrarse en el mercado laboral o mejorar la condición-posición existente". Si el campo de aplicación fuera más abierto, podríamos quizá decir que un curso es bueno si genera aprendizaje valioso y aplicable, de modo rápido, efectivo, cómodo…; pero si el campo de aplicación es la formación para el acceso a un puesto de trabajo, entonces el curso es "bueno", sobre todo, si se orienta debidamente a las exigencias del puesto objetivo, y sería "malo" (valga la simplificación), si no lo hiciera.

En verdad, las exigencias de calidad pueden ser muy distintas en la formación para acceder a un puesto de trabajo, y en la formación, quizá más autotélica, para mantener o consolidar el puesto que se ocupa. E incluso las exigencias pueden ser asimismo distintas para un tipo de contenido formativo y para otro tipo. E incluso para un tipo de usuario (trabajador de perfil técnico, industrial, etc.) y para otro (pensemos en un directivo o empresario, también). De modo que habremos de evitar los productores de cursos el error de generalizar esta norma fuera de su campo de aplicación. También puede haber, por ejemplo, un e-learning para empresarios y ejecutivos, es decir, para los empleadores, y no sólo para los empleados (o futuros empleados) a que parece referirse la normativa.

A decir verdad, cuando, en la trayectoria profesional, unas personas desean aprender algo específico, y alguien puede enseñarlo, entonces quizá los criterios de calidad de la formación (virtual o no, pero virtuosa) correspondiente deberían emerger de los propios discentes y docentes. La calidad habría de vincularse tal vez con la satisfacción de expectativas de los aprendedores, y con el rigor e idoneidad de los conocimientos transmitidos por quienes, siendo expertos en el tema, cuentan con habilidades didácticas.

Si yo, joven ingeniero, deseo situarme on line y saber más sobre las tecnologías de superconductividad asociadas a los trenes de levitación, o saber más sobre el silicio negro y la energía solar, entonces buscaré una información didáctica que me lo haga saber de modo rápido, efectivo y cómodo, sin necesidad de desplegar muchos más clics de los necesarios, sin riesgo de hacer aprendizajes falsos, sin pérdidas de tiempo. Y si deseo saber qué elementos comunes se dieron en la gestación de productos innovadores en mi sector, en las últimas décadas, también querré saberlo de modo rápido, cómodo y seguro.

Hace días leíamos en Expansión & Empleo, en un texto de Quique Rodríguez (Aefol se ha hecho eco en su web) sobre un oportuno estudio del Grupo Cegos, lo que cabía barruntar: que la subvención de la formación ha generado una rebaja en las expectativas de calidad de los cursos, y que este hecho se viene haciendo más visible en el campo del e-learning. Mario Stofenmacher nos recuerda también que, en la práctica, se subvenciona la cantidad de formación on line (las duraciones de los cursos podrían estar estimándose por lo alto) y no tanto la calidad. Nosotros añadiríamos que quizá, en algún caso y como consecuencia del "sistema", los usuarios de la formación podrían estar tan interesados en el diploma como en el aprendizaje, si no más (como lo estaba yo en la universidad). Son reflexiones a desplegar.

Las propias exigencias de interactividad de la información deben ser seguramente diferentes según el perfil de usuarios, incluso sin acudir al extremo de comparar niños y adultos. Un determinado contenido puede requerir una dosis y tipo de interactividad (tal vez con uso de simuladores), y otro contenido podría demandar… Sí, detengámonos en el tema de la interactividad, que también es abordado en la norma (dentro de la facilidad de asimilación), y sobre el que podemos desplegar reflexiones quizá oportunas.



Sobre la interactividad

En la formación presencial, el diálogo síncrono docente-discente resulta altamente enriquecedor, y tal vez esta riqueza se persigue en los cursos digitales mediante la denominada interactividad: el usuario se comunica con el sistema, visto éste como un "profesor muy particular". Sin embargo, podríamos estar confundiendo a veces el grado de interactividad con el número de clics a que obligamos al usuario, para acceder a la información ofrecida.

Hay, sí, una interactividad relevante y necesaria, dotada de propósito, que contribuye al valor del producto y no sólo a su coste; es la interactividad generativa que nos recuerda a la comunicación del alumno con su profesor; es la interactividad de fondo, orientada al aprendizaje, que propone el docente guionista del curso para asegurar el progreso. Pero hay otra interactividad distinta, más funcional, mecánica, como de pasar páginas en un libro, que no podemos considerar generativa; que no apunta tanto al fondo como a la forma del curso. No cabe desestimarla, pero tampoco confundirla con la interactividad de fondo.

Entre ambas interactividades hay puntos intermedios, pero, en beneficio de la efectividad perseguida, no deberíamos hablar de una única interactividad como tampoco de un único e-learning. De hecho, hay mucho más que decir de la interactividad, que quizá alcanza su mejor expresión, tal como señala la norma española de AENOR, en el diseño de simuladores cuando el tipo de curso lo requiere.

Hay una cosa que me ha sorprendido en esta norma, y es que parece fundir la interactividad con la carga multimedia: quizá yo lo haya interpretado erróneamente, a mi manera. Aunque parezcan ir de la mano, me parece que un curso podría estar dotándose de carga multimedia sin resultar muy interactivo, y asimismo resultar muy interactivo, sin dotarse de audiovisuales; pero opine y reflexione el lector, que todos tenemos nuestros puntos de vista y podemos estar acertados o equivocados.

A estas reflexiones puedo añadir algo relacionado con los formatos de interactividad (y de combinación multimedia) que las herramientas de autor nos ofrecen a los diseñadores de cursos. En mi opinión, lo mejor sería, sí, que los docentes nos dotáramos de herramientas para la producción de cursos, de modo que nadie ajeno al contenido nos cambie a tres, las cinco fuerzas de Porter, ni nos trocee la escalera de inferencias de Argyris, ni nos ponga ejemplos que nosotros no hemos puesto, ni nos desvirtúe esquemas que nosotros hemos diseñado con esmero...

He tenido la sensación de que estos formatos de interactividad de las herramientas de autor habían sido creados en función de las posibilidades de la tecnología, y no tanto de las necesidades del lifelong e-learning, pero parece algo lógico, y el hecho es que todos celebramos decididamente el avance tecnológico. Desde luego, como hay decenas y decenas de formatos en estas herramientas, uno puede elegir lo más apropiado a cada curso, a cada colectivo destinatario, etc. Aquí constataría yo que se ofrecen los dos tipos de interactividad de que les hablaba (la de diálogo, y la más mecánica de ofrecer información-animación a cambio de clics).

Me gustaría insistir, casi en digresión, en que una cosa son las posibilidades de la tecnología y otra cosa es su idoneidad para un uso determinado. A veces no son los propios tecnólogos los que encuentran el mejor uso de las posibilidades que despliegan. Los desarrolladores americanos de la tecnología del fax (cuando las redes telefónicas se digitalizaban, allá por los años 70) no parecieron pensar que habían descubierto nada muy rentable para sus empresas: parecía un complemento económicamente poco atractivo para el terminal telefónico. Sin embargo, las compañías japonesas vieron el fax como una alternativa interesante para el correo ordinario, justamente cuando crecían los servicios de mensajería; de modo que inundaron el mercado de terminales, también en EEUU.

Hago esta reflexión porque hablamos, desde hace tiempo y por ejemplo, de los mundos virtuales dentro del sector de e-learning, y no estoy seguro de que sepamos todavía bien qué hacer con ellos en este campo del aprendizaje; si esperamos, nos lo dirán tal vez los japoneses. Habrá otras opiniones, pero yo diría que, en el aprendizaje preciso y autotelico, la tecnología debería facilitar las cosas, y no distraer, dispersar, deslumbrar, etc. Hagamos el mejor uso de la tecnología (pero yo insistiría en que el conocimiento viene de la información, y no de su soporte).



Comentarios finales

Deseo llamar la atención de todos sobre el lifelong & lifewide learning y la opción específica del e-learning, y asimismo sobre el hecho de que esta necesidad nos apunta a todos: a trabajadores, directivos y empresarios, especialmente en la emergente economía del saber y el innovar. En este amplio terreno habríamos de esperar una mejora de la calidad de los programas ofrecidos, en sintonía con una mayor dosis de autotelia en el aprendizaje. Debemos seguir los cursos para aprender más, y aprender para aplicar lo aprendido; por lo tanto, para:

Disponer de más conocimientos en nuestro acervo.
Desarrollar facultades y fortalezas acordes con las necesidades que aparecen.
Desplegar mejores y más oportunas inferencias y decisiones.
Relacionarnos de modo más efectivo con los demás y con nosotros mismos.
Percibir mejor las realidades y tendencias de nuestro entorno económico.
Mejorar la sintonía con los clientes y usuarios correspondientes a nuestro trabajo.
Mejorar nuestra productividad y competitividad individuales.

Los profesionales técnicos han de aprender, porque los campos del saber se extienden de modo continuo; y los gestores han de aprender, porque nuevas formas y exigencias de gestión aparecen también con frecuencia. Todo ello sin que medie necesariamente promoción o cambio de puesto de trabajo: tan sólo para mantener y mejorar las cotas de productividad y competitividad, en lo individual y lo colectivo. El aprendizaje permanente forma parte de nuestro trabajo, como también forma parte de nuestro trabajo el innovar. Si me permiten decirlo así, innovar no es un suceso, sino un proceso; aprender no es un suceso, sino un proceso.

Un diploma pierde parte de su significado con el tiempo, y creo que mi título de ingeniero no tiene gran significado hoy, en cuando a conocimientos atesorados. Aunque yo era muy joven e inexperto, salí de aquella Escuela de Ingeniería en los años 70 diciendo que había aprendido a aprobar exámenes (de hecho, lo aprobaba todo en junio). No sabía yo empero lo mucho que me quedaba por aprender (y quizá por eso tampoco lo aprendí después…).

A un curso digital on line, yo le pediría que me procurara un aprendizaje rápido, efectivo y cómodo; y que se mantuviera actualizado en su contenido. Valoro el seguimiento tutelar, pero no tanto para aclarar dudas (un buen diseño no debería dejar muchas), como para asegurar el acierto de mis inferencias al integrar en mi acervo los nuevos conocimientos y habilidades. Ya se sabe que nuestro conocimiento se compone de lo que hemos aprendido y de las deducciones que sobre lo aprendido desplegamos: un tutor (no del tipo "tutor-gestor del curso", sino del tipo "tutor-docente") puede ayudarnos a asegurar las inferencias más inmediatas.

Ya saben: al hablar de la calidad del e-learning podemos mirar hacia otro lado y marear la perdiz; pero también podemos cuestionar las creencias y postulados, y aun la génesis y el funcionamiento de las empresas productoras. En general, para la mejora y la innovación, con frecuencia hemos de cuestionarnos creencias arraigadas, inveteradas. Dije hace años que el e-learning batía mucho las alas pero no echaba a volar, y temo que, como observador, podría repetirlo ahora. Gracias por su atención, pero no olviden formular siempre sus propias reflexiones, sus propias interpretaciones, sus propias asignaciones de significado a los significantes; no den por buenas las mías.


Contenido enviado por: Nanfor Ibérica
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Interesante, Gestión del cambio: 5 ejemplos de adaptación y una formula secreta de éxito. - 02/04/2013 10:37:04

" De cómo sobrevivir al cambio y cómo mover el culo al estilo 2.0.
Por Berto López.
Ciudadano 2.0.

Hace tiempo que tenía ganas de hacer un pequeño post para republicar una charla muy inspiradora y divertida de mi amigo José Luis Izquierdo (o lo que es lo mismo: el Mago More) en el prestigioso evento TEDxTalks sobre el poder positivo del cambio.

Es una charla que recomiendo a todo profesional, aunque especialmente a los profesionales autónomos y empresarios, porque habla de lo esencial que es saber adaptarse a los cambios del entorno para sobrevivir y cómo esos cambios no hay que verlos como una amenaza, sino como una oportunidad o lo que es lo mismo: cómo aprovechar estos cambios del entorno para innovar.

More es un profesional extraordinariamente polifacético que ha ido cambiando constantemente el foco de su actividad en la búsqueda de nuevas oportunidades y sabe por tanto de lo que habla. Ha iniciado su carrera como humorista e ilusionista en 1994 (lo notarás en el marcado toque de humor de la charla) y ha ido ampliando su actividad hacia la de presentador, empresario, guionista, actor, articulista y conferenciante. De hecho, es además probable que lo conozcas por su papel del "vecino" en La hora José Mota.

Por otra parte, aparte de ser una charla que merece la pena ver y More un buen amigo, también he querido publicarla porque tiene que ver muchísimo con la razón de existir y la esencia de Ciudadano 2.0 que es precisamente la ayudar al lector a superar con éxito los profundos cambios que las nuevas tecnologías y particularmente la Web 2.0 han impulsado en la sociedad actual.

Si More en este vídeo explica qué es lo que hay que hacer para sobrevivir y adaptarse a este cambio de época que estamos viviendo, en Ciudadano 2.0 nos dedicamos, sobre todo, a la otra cara de la moneda que es explicar cómo lo puedes hacer.

El vídeo es además una buena excusa para ir un poco más allá de la presentación "oficial" de este blog y hacer algunas reflexiones sobre por qué los temas que se tratan en Ciudadano 2.0 pueden ser importantes para ti y por qué te pueden aportar mucho, tanto en tu vida personal como en tu faceta de empleado, profesional autónomo o empresario.

Sin más, aquí te dejo la charla y a continuación hablaremos de cómo llevar estas ideas a la práctica repasando algunas de sus ideas clave:

El poder positivo del cambio: Mago More at TEDxMoncloa
Qué significa adaptarte al cambio. Ejemplos de cómo hacerlo

Repasemos entonces algunas de las frase clave de More y cómo llevarlas a la práctica.

1. "Los que sobreviven no son los más fuertes, ni los más inteligentes, sino los que mejor se adaptan a los cambios de su entorno"

Seguramente estés de acuerdo con que esta frase es una verdad como un templo, creo que no tengo que convencer a nadie que ante el cambio, en general, seguramente más del 80% de las personas reaccionan con resistencia, incluso con mucha resistencia.

Este fenómeno se puede llevar prácticamente a cualquier ámbito que nos podamos imaginar y son obvios ejemplos como cambios organizativos, nuevas herramientas que se implantan en una empresa, los negocios tradicionales que no han sabido reaccionar ante la aparición de Internet para protegerse de sus amenazas (presión a la baja de los precios, facilidad para comparar productos, menos dependencia de puntos de venta locales,…) y aprovechar sus oportunidades (nuevo canal de marketing y venta de productos, abaratamiento de costes, conseguir nuevos clientes,…), etc.

Pero también lo podemos llevar a otros ámbitos como la tremenda amenaza que la crisis económica actual supone a nivel profesional.

¿Qué puedes hacer tú para sobrevivir, por ejemplo, concretamente a este cambio amenazante que supone la crisis?

Pues obviamente y en primer lugar, mentalizarse de la situación y a continuación ponerte a trabajar en aumentar al máximo tu valor para tu empresa. A bote pronto, aparte de tus conocimientos profesionales, ya se me vienen a la mente estas líneas temáticas de Ciudadano 2.0 con las que este blog te puede ayudar:

Mejorar tu valor para la empresa, por ejemplo, mejorando tu productividad (no las horas trabajadas, sino la eficiencia de lo que haces): Aquí se puede hacer muchísimo más de los que parece dando muchos pequeños pasos como aprender a usar las herramientas habituales de manera más productiva, saber sacarles todo el partido que esconden, incorporar nuevas herramientas que ayuden a ser más productivo, etc.

Aprender nuevas habilidades. No te pongas en la tesitura de "para que haga esto me tienen que dar un curso", búscate la vida. La red está llena de cosas que puedes aprender y que pueden enriquecer tu perfil de habilidades profesionales. Si tu empresa tiene una mentalidad medianamente abierta, ¿no crees, por ejemplo, que le debería sonar muy bien que le propongas tener su propio canal de TV y prácticamente gratis o incluso quizás con ingresos?

Aumentar tu habilidad para buscar alternativas de trabajo: esto incluye, sobre todo, cosas como dominar a fondo LinkedIn, la red social profesional más importante, ya que supone mucho más que un currículo online
Explorar las posibilidades del empleo 2.0. El empleo 2.0 no es una fórmula mágica para encontrar trabajo, pero, sin duda, amplía tus posibilidades y dependiendo de tu habilidad lo puede hacer notablemente.
Iniciar tu proyecto de marca personal: en realidad este punto forma parte del anterior, pero el concepto de marca personal ha adquirido tanta relevancia que merece una mención propia y una categoría dedicada en Ciudadano 2.0.

2. "Cuando aparece una tecnología disruptiva, las empresas que no se adaptan desaparecen"

Cuando aparece un cambio profundo y disruptivo, no hay que perder el tiempo aferrándose a modelos de negocio caducos. Igualmente no tiene sentido, a título individual, emperrarse en hacer las cosas como se han hecho siempre por que sí.

Hay que estar atento, si no reconoces un cambio relevante a tiempo, corres el riesgo de quedarse atrás o incluso de desaparecer, lo que aplicado a título individual puede significar quedarse sin empleo y además por mucho tiempo.

Un ejemplo claro ha sido el impacto de las redes sociales en la venta y marketing.

Resulta obvio que hace tan solo algo más de 10 años, el impacto de la web era escaso. Poco a poco fue aumentando y en la actualidad se ha consolidado en nuestra cultura hasta un punto que hoy nadie discute que ninguna empresa moderna puede prescindir de una presencia online.

Hace tan sólo algo más 5 años, las redes sociales no se identificaban como importantes en la venta y marketing. En EEUU, las redes sociales han pasado a ser empleadas por el 91% de los responsables de marketing de las compañías como medios para difundir o promocionar sus marcas. Contando con que en España cuenta con más de 16 millones de usuarios de Facebook, unos 5 millones de usuarios en Twitter y más de más de 3 millones en LinkedIn resulta obvio que esa también es la tendencia en nuestro país.

La pregunta es por tanto: ¿Se puede permitir un profesional de la venta y del marketing no ser un buen conocedor de estos medios y las técnicas para sacarle partido? Es decir, ¿se podrá concebir la profesión en un futuro sin ser además un experto en marketing 2.0?

Parece obvio que no.

Sin embargo, si sabes reconocer el cambio disruptivo y sabes reaccionar antes que otros, puedes conseguir cosas de las que antes ni te podías atrever a soñar, incluso competir como persona individual con grandes empresas.

Un buen ejemplo de ello es el auge de la autopublicación que compite cada vez con más éxito con el mundo editorial tradicional.

El caduco modelo de negocio editorial tradicional lo están sufriendo no solamente las editoriales, sino también las librerías tradicionales. Y es que especialmente las nuevas fórmulas propuestas por Amazon en las cuales cualquiera puede publicar un libro a través en Amazon y el tremendo empujón de los lectores de eBooks como el Kindle han hecho el resto para acabar con unos intermediarios que gracias a una posición privilegiada e inaccesible imponían condiciones totalmente abusivas a los autores.

Pero eso acaba de cambiar radicalmente, y los ejemplos que he citado son sólo el comienzo.

Siendo esto así, creo que las grandes editoriales tienen mucho sobre lo que reflexionar y las tiendas tradicionales tienen que ponerse las pilas, pero ya mismo, para pensar en cómo modificar su modelo de negocio si no quieren desaparecer del mapa la mayoría.

3. "Los cambios tecnológicos permiten que nuevos actores penetren en los mercados y desplacen incluso a los actores consolidados"

More contaba el ejemplo de cómo Apple entró de lleno (y con qué éxito…) con iTunes en el mercado de la distribución de música poniéndolo patas arriba.

A mi gustaría completar este ejemplo empresarial con otro donde el actor es una persona, que sin el apoyo de ninguna, solamente usando los medios de la web 2.0, ha logrado convertirse en una estrella mundial de primera fila que ha hace sombra a las estrellas que produce la industria consolidada del sector por las vías tradicionales.

Estoy hablando de Justin Bieber, el joven cantante de 18 años, una de las mayores estrellas mundiales de la música de la actualidad.

Este chico aprendió de manera autodidacta a tocar el piano, la batería, la guitarra y la trompeta y en el 2008 su madre empezó a subir videos a YouTube de su hijo en los que aparecía interpretando canciones de Usher, Chris Brown, Stevie Wonder o Justin Timberlake.

En ese mismo año Scooter Braun, un ex ejecutivo de marketing de So So Def, vio a Justin accidentalmente en uno de sus videos en YouTube mientras buscaba videos de otro artista musical. Impresionado, investigó el concurso en el que Justin se presentaba en aquel momento, localizó su escuela y finalmente se puso en contacto con la madre de Bieber.

El resto ya lo conocemos…

4. "Con la Web 2.0 y, en particular, la red 2.0, ahora los clientes tienen el poder"

Uno de los ejemplos del poder que el mundo 2.0 da a los usuarios que más me gusta es el caso de Jeff Jarvis contra Dell. Es un caso apasionante en el que todo empieza cuando Jeff, harto de ser ignorado por la marca en el servicio post-venta, decide publicar su descontento en un blog obteniendo un gran apoyo y seguimiento de la comunidad que se refleja en cientos de comentarios.

A partir de ahí se forma una bola de nieve que te recomiendo que no te pierdas y que acabó por llevar a Dell al extremo de sufrir millones de dólares de pérdidas y una severa caída en la bolsa. Jeff lo cuenta en detalle en su libro "Y Google, ¿cómo lo haría?".

Todo un ejemplo de lo caro que te puede salir hoy en día ignorar a tus clientes, especialmente si tu cliente sabe moverse con habilidad en el mundo 2.0…

5. "Casi todos los problemas se pueden convertir en oportunidades de negocio"

Cuando surge una grave crisis o un problema (y no me refiero a una simple incidencia, sino un problema estructural o sistémico), no debería enfocarse con una actitud derrotista de "cómo solucionar el marrón", sino con la actitud de encontrar la(s) oportunidad(es) que casi siempre esconden ese tipo de problemas.

Es decir, una empresa o un profesional ante la crisis, no debería pensar solamente en opciones cómo comparar más barato a proveedores o despedir gente. Obviamente estas posibilidades hay que analizarlas y muchas veces ejecutarlas, pero uno no debería limitarse a ellas.

La oportunidad de esta situación puede estar en el hecho de que precisamente el ritmo frenético que impone el éxito muchas veces impide ir más allá de la actividad habitual, pero eso mismo hace que el desarrollo y potencial del negocio se limite.

Quizás no te habías planteado en serio la posibilidad de exportar tu producto y cuando lo haces, porque no te queda otra, resulta que descubres que en realidad tu producto tiene un potencial enorme en mercados extranjeros.

Quizás no te habías planteado ampliar tu gama de productos con otros afines y cuando lo haces descubres que van como un tiro, que incluso se parecían sinergias en la venta que hacen que la venta de unos impulsa la venta de otros.

Y quizás tampoco te habías dado cuenta que el nivel de productividad de tu organización y personal es bajo y que con ciertos cambios organizativos y con formación específica orientada a mejorar la productividad eres capaz de aumentar tu capacidad operativa en un 30% con la plantilla y costes.

Un ejemplo sencillo aplicado a nivel personal y que me gusta especialmente (ya lo he citado alguna vez) es el caso de Isabel Llano, también conocida como Isasaweis. Esta chica hace unos años se quedó en paro, pero lejos de resignarse a enviar CVs, se le ocurrió crear un videoblog sobre cocina y belleza que no deja de ser crearte tu propio canal de televisión en "pequeñito".

Ahora, apenas 3 años después, cuenta con casi 50 millones de reproducciones de sus vídeos (con los correspondientes ingresos por publicidad…) e incluso a le han creado su propio programa en televisión.

Eso es lo que personalmente llamo aprovechar una adversidad para encontrar tu oportunidad. Posiblemente, si no se hubiese quedado en paro en ese momento, jamás habría aprovechado esta oportunidad que la ha llevado a un éxito profesional que juega en otra liga.

Concluyendo

Las tecnologías 2.0 han acelerado sensiblemente el ritmo al que cambian las cosas y eso implica oportunidades y amenazas. Es más fácil que nunca quedarte obsoleto y sufrir consecuencias graves de ello como la de quedarse fuera del mercado laboral, pero también es más fácil que nunca aprovechar el cambio para tu propio beneficio. Estar en un extremo u otro no es tanto una cuestión de inteligencia o de formación previa (aunque obviamente hay que partir de unos mínimos) como una cuestión de mentalidad y actitud.

6. La fórmula secreta del éxito ante el cambio: MEC (mueve el culo)

Cómo cuenta More en el vídeo, después de entrevistar a unos 100 empresarios pudo comprobar que la principal excusa del empresario medio para no innovar es la de "La tecnología no va conmigo".

Es triste comprobar una vez más cuál es la mentalidad de este país. Resulta además especialmente triste cuando las nuevas tecnologías te lo ponen más fácil que nunca y tienes un gran amigo que se llama Google y que te va a ayudar muchísimo a conseguir lo que necesitas.

Mover el culo significa ponerse a pensar, explorar nuevas posibilidades, buscar nuevas ideas, adquirir nuevos conocimientos que puedas necesitar para poder hacer lo anterior, analizar cómo otros han aplicado estas ideas…

Por suerte, en la red ya está (casi) todo inventado y gracias a Google puedes hacer estas cosas en un tiempo record.

Así que, como también decía More, tú eliges si te quedas en el "esto no va conmigo" o te mantienes al filo de los cambios para encontrar tu oportunidad.

Por Berto López
El 13 de junio del 2012 ·

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Fuente: Ciudadano 2.0
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